"Sed los entrenadores emocionales de vuestros hijos y dejadles expresar todas las emociones que llevan dentro"
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Deberíamos volver a lo que significa la palabra educación. Es básicamente “conducir o guiar”, y los humanos llevamos siglos conduciendo y guiando a las generaciones que vienen, porque tenemos que transmitir nuestro conocimiento. Se podría hacer de forma muy informal, en casa, en la familia, la vida misma que va guiando, educando, o se puede hacer y se ha hecho durante mucho tiempo, para las élites, lugares específicos. Y el gran cambio, digamos, en el siglo pasado, es que, de repente queremos profesionalizar la educación y creamos nuestras escuelas, y nuestros hijos empiezan a pasar años y años en esas escuelas, y ¿qué les enseñamos? Básicamente, habilidades para el mundo que casi ya no existe, el de la sociedad industrial. Con la revolución tecnológica, entramos en una sociedad que tiene muy poco que ver con esa sociedad. Probablemente, es una de las lacras de nuestro sistema, intentar seguir formando, educando, guiando niños para ser predecibles. Lo que sí es cierto, es que la educación es el gran nivelador social, la casi única herramienta que tenemos para intentar ofrecer a todo el mundo las mismas oportunidades. ¿Qué necesitamos en vez de estos niños predecibles, puntuales, obedientes? Es que nunca hemos vivido cambios tan rápidos. Y son cambios que están generando muchos retos. Se está disparando nuestra capacidad creativa, así que necesitamos niños muy creativos. Niños que viven en sociedades tan diversas, tienen tantas posibilidades de viajar, de conocer, de colaborar, necesitan habilidades colaborativas, necesitan ver la diversidad como una riqueza. Estamos llenos de identidades diversas: género, nacemos en un sitio, vivimos en otro, amamos un tercer sitio, somos madre, padres, hijos, hermanos, nos encanta la naturaleza, lo que sea. Todo eso es un conjunto de identidades que nos hacen ricos, y estas nuevas generaciones tienen que aprender a disfrutarlas. Estas generaciones tienen otra habilidad muy importante que aprender y es pensamiento crítico. Precisamente, os decía antes, nunca hemos tenido acceso a tanta información. Pues, necesitamos saber evaluar esa información, contrastarla, validarla, compararla, entenderla, aplicarla a nuestra vida. Y también algo muy importante, nunca hemos tenido tanta capacidad para hacer mucho bien o mucho mal. Y, por tanto, tenemos que enseñar a nuestros niños a tomar decisiones responsables, a entenderse. Es más importante que nunca que se entiendan y que entiendan cómo relacionarse con los demás y que sigan luchando por algo que llevamos siglos haciendo los humanos, que es ampliar los círculos de empatía, ayudar a los demás, mejorar este mundo cada día un poco más, poco a poco. Así que, para mí, eso es educación.
"El 98% de los niños, hasta los cinco o seis años, son genios en el pensamiento divergente, con los años perdemos creatividad"
La aportación de la tecnología en la educación va a ayudar a hacer la educación más eficaz y más personalizada a un coste mucho más bajo. En los próximos diez años, las aulas se habrán transformado. Nos puede ayudar, primero, a entender mejor al niño. Nos ayuda a saber cuáles son las ventanas de conocimiento, las épocas en las que los niños están más preparados, las horas del día, cómo tienen que aprender, cómo pueden consolidar aprendizaje. Todo esto va a empezar a ser como la higiene física. Nos falta todavía mucho camino por recorrer, y la tecnología nos va a ayudar a entender ese mapa, cómo transitarlo mejor.
Tenemos un cerebro donde la razón y la emoción no están enfrentadas, sino que funcionan a la vez. Hemos descubierto que resulta que nuestras emociones son entrenables, como un músculo. Y estamos hablando de que en las escuelas no solo podemos aprender lengua y matemáticas, que son realmente las habilidades a las que se les ha dado importancia hasta ahora. Sino que podemos enseñar a los niños autocontrol, optimismo, alegría, serenidad… y que estas emociones tienen un impacto brutal sobre su inteligencia, porque un niño estresado, un niño triste aprende mucho peor que un niño que está emocionalmente en paz. Las emociones dejan una huella sobre todo en nuestra longevidad, nuestra memoria, nuestra capacidad de aprendizaje, todo.
Es importante enseñar a los niños a vivir con lo bueno y lo malo que nos da la vida, los momentos duros, y a sacar aprendizaje de cada uno de estos momentos, a ser, a disfrutar de este milagro. Es un milagro que estemos vivos aquí, bastante extraordinario. Somos todos campeones solo por haber llegado aquí, es increíble.
Biografía
Escritora y divulgadora, directora de contenidos del Laboratorio de Aprendizaje Social y Emocional (LASE), licenciada en Filosofía y Letras, Máster en Humanidades por la Universidad de Oxford, Periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y Educación Secundaria por la Universidad Camilo José Cela. Autora de libros de éxito como ‘Una mochila para el Universo’, ‘El libro de las pequeñas revoluciones’ o ‘Felices’. Elsa Punset es una reputada experta en inteligencia emocional.