"La música, las matemáticas o la lectura son grandes educadores de la atención"
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Existe una especie de neurosis de los padres jóvenes. No tienen suficiente con hacerlo bien, quieren hacerlo pluscuamperfecto. Y buscan esa respuesta exacta en algún sitio, porque como estamos envueltos en una cultura tecnológica que nos viene a decir que para cada problema hay una respuesta concreta, exacta y precisa, pues hacemos esa traslación de lo tecnológico a lo humano. Y, además, hay muchísimos medios relacionados con la educación que nos están bombardeando continuamente con mensajes del tipo: “Las 5 cosas que has de hacer para…” o “Las 3 cosas que has de evitar para…” Es decir, en la cultura tecnológica actual, estamos envueltos de la fe de que hay respuestas técnicas para los problemas humanos, y las cosas no van por ahí. Las cosas no van por ahí, y cuando más buscas esas respuestas, más tienes la sensación de que el mundo está lleno de respuestas que tú en tu casa no encuentras. Lo que hay que hacer, básicamente, es decir: “Tranquilos, nosotros no hemos inventado la familia”. La Biblia comienza con una historia de Adán y Eva, que tienen dos hijos y sin tener ni malas compañías ni Internet ni nada de esto, mira como salen cada uno. Básicamente lo que quiero decir es que no hay sustituto en la educación para el sentido común. Y el sentido común es lo que te has de construir porque el sentido común necesario para tu familia no es el sentido común necesario para la familia de al lado; y eso, que tienes que ir construyendo de tu propia experiencia, pues es que no hay sustituto para la construcción de tu propia experiencia.
Es urgente salir en defensa del sentido común. Hay que pedir a los padres que tengan confianza en sí mismos, que se van a equivocar, como se equivocaron nuestros padres y como se equivocarán nuestros hijos; pero es que la vida humana es eso, y, además, hay siempre en un hijo un elemento de incertidumbre que está ahí y que precisamente esa confianza en que hay respuestas técnicas nos oculta ese elemento azaroso de incertidumbre. Es decir, esos sueños que todos los padres tenemos de manera espontánea a los pies de la cuna de nuestros hijos, que, de alguna manera, estamos soñando con que su futuro nos ayudará a superar todas nuestras frustraciones biográficas, pues están condenados fatalmente a no cumplirse. Y especialmente en estos momentos en que animamos a nuestros hijos a ser autónomos, después resulta que son autónomos y nos llevamos las manos a la cabeza. Yo diría, primero, es importante que los padres asuman que ciertos fracasos los van a tener, y que no es posible controlar las cosas humanas, pero para asumirlo, lo que hay que hacer es no poner su responsabilidad en manos de un especialista, lo cual no quiere decir que cuando tengas problemas importantes no acudas en ayuda, pero la mayor parte de los problemas cotidianos, son los problemas propios de la vida humana.
"Animamos a nuestros hijos a ser autónomos y cuando lo son nos llevamos las manos a la cabeza"
A veces se dice que los padres actuales o las familias actuales han dimitido. Es absolutamente falso. Nunca se habían preocupado tanto los padres por los hijos como ahora. Lo que ocurre, y este es un fenómeno muy interesante que debe ser estudiado, es que, si miramos el grado de participación de las familias en preescolar o en los primeros años de primaria, es masivo; mientras que el grado de participación de los padres en las elecciones para los consejos escolares en secundaria, rondan en torno al 4% o 5%. Eso quiere decir que han comenzado la escuela con mucha ilusión y poco a poco han ido abandonando esas ilusiones y poniendo la responsabilidad de los hijos en manos de los profesores. Claro que es cierto que hay una delegación de responsabilidades, pero esa delegación de responsabilidades va acompañada por un crecimiento de la incertidumbre con respecto al futuro. Cuando yo estaba estudiando, que estaba haciendo cuarto y reválida, pues sabía que al terminar cuarto y reválida tenía trabajo. Y, de hecho, en la generación de mis padres se sabía perfectamente que progresar significaba trabajar menos que tus padres y ganar más. Hoy, cuando miramos a nuestros hijos o a nuestros nietos, ¿podemos decir con sinceridad que van a trabajar menos que nosotros y van a ganar más? Se ha incrementado la incertidumbre con respecto al futuro y necesitamos algunas sujeciones que nos den estabilidad y me parece lícito exigirle a la escuela una parte de esa estabilidad, entre otras cosas, porque la diferencia entre los maestros y los padres, resumiéndolo mucho, podíamos plantearla así: “Los maestros son los profesionales, los padres los aficionados”.
El debate sobre si los talentos son debidos a la natura o a la cultura, es decir, si los encuentras en la cuna o en el desarrollo, difícilmente se puede resolver. Cuando puedes detectar el talento de un niño no es cuando ha nacido, sino cuando ya lleva un tiempo viviendo entre nosotros. Y, por lo tanto, decir que es genético… Es un debate teóricamente muy interesante, pero no nos lleva a ningún sitio. Lo que sí podemos plantearnos es para que haya posibilidades de desarrollar el talento que sea, ha de haber, primero, capacidad atencional, capacidad de concentrarte en lo que estás haciendo; e insistencia en su desarrollo, porque hay muchísimos talentos malogrados por falta de capacidad atencional y por falta de insistencia. Podríamos decir que, en nuestro estado normal, nuestro estado espontáneo, es el de un mamífero que está en la sabana y necesita tener conciencia de todos los puntos del horizonte por si hay algún depredador; y vamos de aquí para allá con la atención permanentemente. Para poder desarrollar un talento de nosotros, tenemos que concentrar la mirada, retraerla del horizonte y concentrarla en un punto y mantenerla y esa es una habilidad que hay que ejercitarla y que practicarla y hay que desarrollarla.
Las nuevas tecnologías, llevan un ritmo de desarrollo que es muchísimo más acelerado que nuestra capacidad para analizar sus consecuencias, y es otro elemento de incertidumbre en el que nos movemos. Hay que compensar las incertidumbres con un conocimiento de base, porque ningún ser humano es capaz de vivir ni de moverse sensatamente en un medioambiente poblado solo de incertidumbres. Necesitas agarraderos firmes incluso para poder calibrar la importancia de los elementos de incertidumbre. Entonces, con buena parte de lo que nos está pasando con la tecnología, es una especie de maremágnum en el que hay mezcladas muchas cosas. Hay intereses comerciales legítimos, pero que no necesariamente coinciden con los intereses pedagógicos. Las empresas relacionadas con nuevas tecnologías parecen como si fueran ONGs, las recibimos como si no fueran empresas y entran fácilmente a veces con la mitología de que las NN.TT. vienen a ser algo así como una nueva teología de la liberación, que van a resolver todos los problemas.
Biografía
Licenciado en Ciencias de la educación, doctorado en Filosofía por la Universidad de Barcelona, Gregorio Luri es un maestro además de escritor, con más de veinte obras publicadas sobre filosofía o educación. Luri defiende el sentido común, el error como parte del aprendizaje y reniega de fórmulas pedagógicas mágicas. Un retorno a los orígenes con matices.