La práctica del ahorro constituye uno de los factores esenciales para poder disfrutar de una mejor salud financiera. Entre los beneficios que produce ahorrar, destacan una reducción drástica de aquellos gastos que son superfluos, la adquisición de un mayor control sobre tu operativa diaria, la creación de un colchón de seguridad frente a eventuales contratiempos y la opción de destinar el dinero ahorrado a oportunidades de inversión que te ofrezcan rendimiento económico a medio y largo plazo.
Pese a todas las ventajas que alberga, definir qué es el ahorro y practicarlo con éxito a veces no resultan dos tareas sencillas. Hoy en día, existen múltiples interpretaciones, tipos y pautas de ahorro. En la primera y segunda acepción del término, la RAE explica que el verbo ahorrar consiste en “reservar una parte de los ingresos ordinarios” y “guardar dinero como previsión para necesidades futuras”, respectivamente. El refranero popular resume ambas definiciones en la célebre frase de “más vale prevenir que curar”. Y es que, sin duda, la planificación y la constancia se convierten en atributos claves cuando de ahorrar se trata.
¿Quieres mejorar tu salud financiera?
A fin de cuentas, hablar de qué es el ahorro para ti implica detenerse por un instante a reflexionar acerca de cómo deseas vivir tu vida. Porque ahorrando podrás ir haciendo acopio de la independencia económica, la estabilidad financiera y el resto de recursos necesarios para poner en marcha esos proyectos personales y profesionales que tanto te ilusionan.
Con el propósito de ayudarte a adoptar una estrategia de ahorro, en este artículo encontrarás todas las claves relativas a qué es el ahorro. Así, y solo si eres cliente, en nuestra app dispondrás de una nueva experiencia con la que tendrás a tu alcance el conocimiento, las herramientas y las recomendaciones proactivas para potenciar tu ahorro. ¿Interesante, no? ¡Sigue leyendo y averígualo a continuación!
¿Qué es el ahorro?
Respecto a qué es el ahorro, resulta obvio reconocer que el dinero no es algo que se obtenga fácilmente. Así pues, no hay duda: ahorrar cuesta. Por ello, practicar el ahorro requiere, a partes iguales, paciencia y perseverancia, ya que no se crea un colchón de ahorros de la noche a la mañana. Más bien todo lo contrario, el éxito a la hora de ahorrar llega a través de la suma de sucesivos gestos y sacrificios minúsculos realizados de manera constante durante un prolongado período de tiempo.
Pero entonces, ¿qué es el ahorro? En pocas palabras, ahorrar es guardar para mañana. También consiste en fijar tus metas en un horizonte temporal todavía lejano y trabajar día tras día para hacerlo realidad. Y es que, sea cual sea tu objetivo vital, debes tener en cuenta que, en mayor o menor medida, el dinero es un bien útil e indispensable en el mundo actual. No olvides que son tus recursos económicos los que te dotan del poder adquisitivo con el que comprar alimentos, medicinas, prendas de vestir, artículos de higiene, ocio y tantos otros. Asimismo, a menudo destinas dinero a costear tus desplazamientos y viajes, aprender nuevas materias, consumir entretenimiento o pagar tus gastos en locales y comercios, entre otros fines habituales.
Así, no faltan razones que justifiquen la práctica del ahorro. Ganar tranquilidad ante lo imprevisible que pueda suceder y controlar mejor tu presupuesto mensual, para nunca gastar más de lo que ingresas, se alzan como dos grandes motivos a favor del ahorro. Pero, además, igual que hay diferentes perfiles de ahorradores (unas personas gustan de ir poco a poco, ahorrando pequeñas cantidades en casa o ingresándolas en una cuenta bancaria, mientras que otras prefieren marcarse objetivos más ambiciosos), pueden distinguirse diversos tipos y formas de ahorro.
¿Qué es el ahorro y cuáles son algunos de sus tipos más extendidos?
Después de haber analizado con más detalle qué es el ahorro, llega el momento de examinar cuáles son algunas de sus distintas modalidades. Aunque existen numerosas tipologías, en función de quién lo practique (ahorro público, privado, de las familias, etc.), la causa del ahorro (si este es obligado por las circunstancias o responde a una decisión voluntaria), su finalidad (ahorro para viajes, proyectos personales, compra de una vivienda, de cara a una futura jubilación, etc.) o cuáles son esos aspectos de la vida diaria en los que este se centrará (como, por ejemplo, el ahorro energético), la práctica del ahorro puede dividirse en tres principales categorías:
- Ahorro voluntario: importe de dinero que cada persona decide ir ahorrando con una frecuencia determinada (a la semana, quincenalmente, por meses, etc.). Muchos ahorradores tratan de reservar a este fin en torno a un 10% de sus ingresos.
- Ahorro forzoso: esta forma de ahorro se caracteriza por su obligatoriedad. Es decir, existe un imperativo externo que fuerza al ahorro. Un supuesto que ilustre esta tipología de ahorro puede ser el conjunto de aportaciones periódicas que los trabajadores realizan a la Seguridad Social a lo largo de su vida laboral y que luego componen la base de su pensión de jubilación.
- Ahorro debido al miedo: también denominado ahorro preventivo, este tipo de ahorro ha sido muy generalizado durante las fechas más adversas de la crisis sanitaria y socioeconómica provocada por el virus de la COVID-19. En España, millones de personas han visto sus fuentes de ingresos comprometidas o directamente suprimidas, lo que ha incentivado la práctica del ahorro, para poder contar con reservas en este, u otro, escenario incierto.
¿Cómo ahorrar cada día?
Pese a que, como se ha apuntado más arriba, ahorrar no es fácil y precisa significativas dosis de voluntad y compromiso, la llamada ‘Regla del 50/30/20’ puede conseguir que la práctica del ahorro te resulte más llevadera. Este método reparte tus ingresos del mes en tres indicadores (cada uno con su correspondiente porcentaje del total de recursos económicos): el 50% de tus ganancias ha de dedicarse a satisfacer necesidades primarias (como el pago de la vivienda, comida, ropa, calzado, movilidad, suministro de agua, luz, Internet, etc.); el 30% a aquellos gastos prescindibles que obedecen a gustos personales y, por último, una partida del 20% exclusiva para el ahorro (pensando en prever posibles necesidades futuras o en invertir buscando un rendimiento económico superior).
La inflación (o, lo que es lo mismo, el precio del dinero) tiene la culpa de que invertir sea ya tan relevante como ahorrar. Y es que el valor del dinero fluctúa con el paso del tiempo, por lo que si no quieres que tus ahorros pierdan poder de compra, has de lograr que estos crezcan por encima del ritmo al que se eleva el precio del dinero. Por ello, no consiste solo en ahorrar, sino que además ahora se vuelve absolutamente fundamental vincular tu dinero ahorrado a vehículos de inversión que te ayuden a sacar el máximo partido a tus esfuerzos ahorradores.
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