Afortunadamente para las personas que generan ahorro y desean rentabilizarlo, existe una enorme variedad de vehículos financieros en los que poder invertirlo. Bien sean activos financieros (depósitos, títulos de renta fija, acciones, fondos de inversión o planes de pensiones entre otros) o activos no financieros (inmuebles, oro, arte, etc), cada inversor podrá encontrar soluciones a sus necesidades y expectativas.
Sin embargo, crear una cartera de inversión adecuada no es un proceso en el que se deban buscar atajos. Una correcta planificación financiera requiere de un exhaustivo análisis previo para resolver cuestiones como:
Rentabiliza tu dinero
- ¿Para qué voy a ahorrar?
- ¿De qué horizonte temporal dispongo?
- ¿Cuál es el nivel de ahorro que debería alcanzar al final del proceso?
- ¿Qué nivel de riesgo estoy dispuesto a asumir a lo largo del mismo?
Una vez clarificados estos importantes puntos, podemos pasar a definir y aplicar la estrategia adecuada para lograr las metas, es decir, determinaremos cómo llevar a cabo la inversión. Para ello es recomendable seguir ciertos consejos:
Evitar invertir en lo que no se comprende
Un principio básico de la inversión. Si no conseguimos entender el funcionamiento de una determinada inversión, es que ésta no es para nosotros.
Comenzar con antelación
El tiempo es un aliado de vital importancia en los procesos de inversión. Nos ofrece por un lado la posibilidad de asumir determinados riesgos cuando el vencimiento de nuestro plan de inversión se encuentra lejano y por otro permite que el esfuerzo sea más gradual.
Conviene tener presente lo que se conoce como “regla del 72”: es una medida que nos indica cuántos años son necesarios para que una inversión con interés compuesto doble su valor. Simplemente, hay que dividir 72 entre el tipo de interés. Así, una inversión con interés compuesto del 6 %, doblará su valor en 12 años.
Diversificar
Otra regla de oro de la inversión que coloquialmente podemos escuchar como “evitar poner todos los huevos en la misma cesta”. En un proceso de inversión, concentrar en uno o en pocos activos es elevar exponencialmente el riesgo que se asume, mientras que repartir correctamente entre varios reducirá el riesgo de pérdida.
Invertir de forma periódica
Supongamos el caso de una persona que ahorra a través de un fondo de inversión y tiene como objetivo un año concreto invertir en el mismo 6.000 €. ¿Qué es mejor, una aportación puntual por dicha cantidad o una aportación mensual de 500 € durante cada uno de los 12 meses?
La respuesta se encuentra alineada con la cuestión previa: en el proceso de inversión, también conviene diversificar las aportaciones, pues también se reduce el riesgo. En este caso, el de hacer toda la aportación a un precio de compra inadecuado.
Comprender el binomio rentabilidad-riesgo
Siempre va a ocurrir que aspirar a mayores rentabilidades implicará asumir un mayor nivel de riesgo. La relación entre estas dos variables será siempre directa. Prima siempre fijar el riesgo que puedes asumir y, con ello, tratar de maximizar la rentabilidad.
Cuidado con el efecto apalancamiento
Existen inversiones que se conocen como “apalancadas”. En ellas la cantidad efectivamente invertida es reducida, pero a exposición al activo subyacente es mucho más elevada. Esto puede provocar un efecto multiplicador de las pérdidas. Estas inversiones son de alto riesgo y para un tipo de inversor muy específico.
No endeudarse
Endeudarse para invertir puede provocar efectos indeseados si el resultado de la inversión no es el previsto. Invierte siempre dentro de los límites de tu capacidad real.