Diferencias entre tarjetas de crédito y débito
Las cuentas bancarias suelen venir directamente asociadas a una tarjeta de débito o crédito. Este medio de pago, cada vez más aceptado en los comercios, resulta más seguro, ya que no es necesario tener que llevar dinero en efectivo y resulta mucho más cómodo porque ahorra en tiempo que se invierte en ir a cajeros automáticos. Además, las opciones de pago que las tarjetas bancarias proporcionan son variadas y suelen cambiar según si se trata de una tarjeta de crédito o de débito. En este sentido, es importante conocer las diferencias que existen entre ellas antes de optar por una o por otra.
Las tarjetas de débito son aquellas que, al hacer una compra o retirar efectivo en un cajero, descuentan el importe inmediatamente de la cuenta corriente o de ahorros vinculada. Es decir, que con este método de pago, el titular debe obligatoriamente disponer de los fondos suficientes para hacer la totalidad del pago o, de lo contrario, la operación será denegada. Normalmente, la entidad bancaria no cobra intereses por las transacciones realizadas con este tipo de tarjetas.
Por otro lado, las tarjetas de crédito permiten abonar las compras, aunque no se disponga de los fondos necesarios. En este caso, el banco presta un capital que el titular de la tarjeta se compromete a devolver junto con intereses según el tiempo que se haya acordado. En general, antes de conceder una tarjeta de crédito, el banco lleva a cabo un estudio de viabilidad para asegurarse de que el cliente dispone de la solvencia necesaria y para determinar el límite de crédito máximo que le concederá.
¿Qué es un pago aplazado?
Opciones para pagar con tarjeta de débito
Como ya se ha mencionado, lo habitual es que los pagos aplazados solamente puedan realizarse con las tarjetas de crédito. No obstante, BBVA también permite a sus clientes fraccionar ciertos pagos realizados con sus tarjetas de débito. Para disfrutar de este servicio, y tras su contratación (la cual puedes hacer desde bbva.es o desde la app de BBVA), se deben de cumplir unos requisitos:
- La compra a débito realizada, o los impuesto cobrados, no deben ser inferiores a 50 euros. De igual modo, puede hacerse el fraccionamiento de pago en recibos, siempre que estos superen los 300 € y no provengan de financieras, y en algunas tipologías de transferencias que, eso sí, superen los 300 €.
- El dinero se devuelve en un plazo máximo de 90 días.
- No se pueden realizar más de 5 fraccionamientos en una misma petición.
- La cantidad a fraccionar no puede superar el límite de crédito que se tenga en ese momento en la cuenta.
Si se cumplen todos ellos, y con el límite máximo ya establecido (nunca por encima de los 1.200 €), el interesado debe acudir a sus movimientos de cuenta para comprobar a qué pagos puede aplicar este fraccionamiento (se indica con la etiqueta ‘Fraccionable’). Tras clicar en dicha opción, el banco le devolverá el dinero a la cuenta y comenzará el pago de las cuotas establecidas, las cuales puede cancelar cuando quiera.
Pagar con tarjeta bancaria resulta muy cómodo y rápido, y aunque habitualmente el pago aplazado solamente está disponible con las tarjetas de crédito, con BBVA ya es posible mediante tarjeta de débito. Infórmate sobre más detalles de este servicio en bbva.es.