¿Cuándo recuperaré las caídas de 2022?

En 2022, se han producido caídas muy abultadas tanto en los activos de renta fija como en los de renta variable, aunque los retrocesos han sido especialmente dramáticos en el mundo de la deuda.

En efecto, tras múltiples años con unas rentabilidades en mínimos y a menudo negativas, se ha producido el mayor proceso de subida de tipos por parte de los bancos centrales en los últimos cuarenta años, en respuesta al rápido resurgimiento de la inflación. Los tipos de interés de la Fed estadounidense han pasado en menos de un año del 0,125 % al 4,25 %, y los del Banco Central Europeo del -0,5 % al 2 %.

Como consecuencia de este proceso de endurecimiento monetario, hemos asistido al peor comportamiento de los activos de renta fija en décadas y un índice global de bonos como el “Global Aggregate” de Bloomberg ha caído un 15,59 %, con datos a día 23 de diciembre.

Si esa evolución de la renta fija tan negativa ha sido extraordinaria, también ha sido insólito que haya ido acompañada de un mal comportamiento simultáneo de las bolsas, que se ha manifestado con un retroceso del índice MSCI World de un 19,69 % a falta de escasas sesiones para que termine el año. Y decimos insólito, porque muchas veces los bonos actúan como valor refugio ante caídas de las bolsas, algo que no ha pasado en 2022. Como consecuencia, hemos asistido a uno de los peores retornos en los últimos cien años de una clásica cartera de riesgo medio.

Ante la gravedad de las caídas acumuladas, es lícito preguntarse cuándo van a poder revertirse por completo y si en el año 2023 podrá recuperarse parte de la debilidad vista en 2022. La buena noticia es que la respuesta a esta última pregunta es positiva y nuestra expectativa es que durante el año que comienza recuperaremos parte de las caídas acumuladas. Por el contrario, no es realista esperar una completa reversión de las mismas.

Vamos por partes. Una caída cercana al 20 % en la renta variable ha sucedido muchas veces en el pasado y las recuperaciones de la misma magnitud son comunes al año siguiente. Esto pasó en el año 1991, en 2003 y en 2009. También el 2019 se compensó con creces la caída del -10 % del año anterior. Por el contrario, el índice mundial retrocedió tres años seguidos, en 2000, 2001 y 2002, antes de recuperar con fuerza en 2003. Esto implica que las bolsas tienen potencial para recuperar caídas como las sufridas en 2022 en un periodo de tiempo relativamente corto, suponiendo claro está que desaparezcan los factores que hicieron retroceder a las bolsas.

Lamentablemente, la expectativa de recuperación total es más oscura en el mundo de la deuda, a pesar de que nuestra convicción es que 2023 va a ser un año muy bueno para los mercados de renta fija. Lo extraordinario de la corrección vista en 2022 hace que sea muy complicado, por no decir imposible, recuperar la totalidad de las caídas en 2023. Para que esto sucediera, las rentabilidades tendrían que volver a territorio negativo y desandar todo el camino alcista recorrido en 2022, algo que está muy alejado de las perspectivas actuales.

Por el contrario, la persistencia en las tasas de inflación nos lleva a pensar que los bancos centrales, aunque puedan pausar su proceso de subida de tipos, mantendrán con mucha probabilidad una política monetaria restrictiva en 2023. Es decir, los tipos dejarán de subir, pero permanecerán en niveles elevados durante un periodo de tiempo prolongado, lo que mantendrá soportadas las rentabilidades de la deuda. En años sucesivos, sí es previsible que los bancos centrales, una vez controlada la inflación, inicien el ciclo de bajadas de tipos, lo que permitirá que continúe la recuperación de los precios de los bonos.

En definitiva, aunque el proceso de recuperación de las carteras empezará en 2023, necesitaremos más de un año para volver a los máximos previos, sobre todo en los perfiles de riesgo más conservadores.

Escribe:

Álvaro Manteca, responsable de estrategia de inversión de BBVA Banca Privada.