Riesgos a considerar en 2023
Como es natural las previsiones económicas para los próximos meses están sujetas a un amplio abanico de riesgos. El principal es que la inflación sea más persistente de lo previsto, ya sea por la aparición de efectos de segunda ronda o por nuevos choques. De producirse este escenario, los bancos centrales se verían obligados a aumentar todavía más sus tipos de interés. Este escenario de mayor inflación provocaría caídas significativas en la actividad, que podrían generar tensiones sociales y dar lugar a medidas populistas y contraproducentes de política económica. En la medida que en los últimos meses se han moderado las tasas de inflación, la probabilidad de este escenario ha disminuido.
Otros factores de riesgo derivan de la incertidumbre sobre la economía China, por la combinación de los efectos de la política de COVID cero y el ajuste del sector inmobiliario. No obstante, este riesgo también parece moderarse dadas las medidas de apoyo adoptadas por el gobierno para evitar el derrumbe del sector promotor y la relajación de las restricciones ante los nuevos brotes de coronavirus.
La concatenación de intensos y también inéditos choques globales a los que se ha visto sometida la economía global desde 2020, como la pandemia, las disrupciones en las cadenas globales de producción, la guerra en Ucrania o las elevadas tasas de inflación, está dando lugar a importantes cambios en el orden mundial, tanto en el ámbito de la geopolítica como de la economía. El riesgo geopolítico sigue latente, al igual que la posibilidad de accidentes financieros.
Frente a todo el proceso de globalización de los flujos comerciales y financieros de las décadas precedentes, estamos asistiendo a cambios en ese proceso y a nuevas fórmulas de globalización. Ganan importancia la diversificación y la relocalización productiva en países más próximos geográfica y políticamente. Al mismo tiempo, vemos cómo se adoptan medidas proteccionistas, como ya está haciendo EE.UU. con su programa para reducir la inflación (IRA). En el nuevo orden están ganando peso la autonomía y seguridad frente a los costes. Y, posiblemente, la época de la gran moderación pueda dar lugar a otra de mayor volatilidad.
Al mismo tiempo que tenemos que afrontar todos estos riesgos, apremia abordar el reto de la digitalización y del cambio climático, lo que representa también una enorme oportunidad, y el de los cambios demográficos, envejecimiento e inmigración. Surgen así muchos interrogantes sobre cuál será la nueva configuración de la economía mundial, cómo llegaremos a ella, qué impacto tendrá en el crecimiento global y quiénes serán los ganadores de todos estos procesos en marcha.