El cuarto trimestre podría ser diferente de los tres anteriores
07/10/2024
Si hacemos un balance económico del año 2024, a falta de un trimestre para su conclusión, debemos reconocer que, pese a las incertidumbres que aún persisten, el panorama general de la economía mundial ha sido bastante benigno. El crecimiento se ha mantenido mejor de lo que pensaba el consenso en enero, en buena medida por la sorprendente resistencia de la actividad en Estados Unidos, aunque también han ayudado los mercados emergentes excluyendo China. El mayor crecimiento, además, se ha producido en un contexto de crisis manufacturera global.
Por otra parte, tras el susto inflacionista del primer trimestre de 2024, los precios han evolucionado en líneas generales como esperaban los analistas, lo que ha permitido el inicio del proceso de bajadas de tipos de interés en todo el mundo.
Sin embargo, una serie de acontecimientos podrían alinearse para perturbar la relativa tranquilidad económica. Por una parte, la geopolítica y las elecciones estadounidenses implican riesgos negativos de oferta, que podrían venir a través de un aumento en los precios de la energía como consecuencia del agravamiento del conflicto entre Israel e Irán.
En este sentido, si la respuesta israelí se concentra en la industria petrolífera iraní, de la que depende buena parte del presupuesto del país persa, la oferta mundial de petróleo podría sufrir un significativo descenso. El escenario también empeoraría sustancialmente si Irán decide intentar bloquear el estrecho de Ormuz o si los hutíes de Yemen intensifican sus ataques a buques en la zona del Mar Rojo, obstaculizando las rutas marítimas más directas entre Oriente y Occidente.
Tampoco podemos descartar una nueva ronda de guerras arancelarias en caso de victoria de Trump en las elecciones presidenciales americanas. En este sentido, no es necesario esperar a noviembre para que las tensiones comerciales aumenten, como han demostrado esta semana la Unión Europea y China a cuenta de las importaciones de vehículos eléctricos fabricados en el país asiático.
Por el lado de la demanda, el grado de enfriamiento de la economía estadounidense y el tamaño del estímulo chino serán cruciales para determinar el impulso económico de los próximos meses, especialmente para el ciclo mundial de manufacturas y materias primas. Si, como esperamos, la economía estadounidense sigue siendo robusta en el cuarto trimestre y China consigue finalmente un mayor apoyo político para salir del estancamiento económico, la demanda mundial podría fortalecerse.
En este sentido, el sorprendentemente fuerte dato de empleo americano del mes de septiembre ha permitido alejar los temores de que la economía estadounidense esté a las puertas de una contracción significativa. Todo lo contrario: el dinamismo económico se mantiene casi intacto al otro lado del Atlántico y las expectativas a futuro parecen saludables, como atestiguó el indicador ISM no manufacturero la pasada semana, al situarse en máximos desde febrero de 2023.
Sin embargo, esta combinación de una mayor demanda mundial con un aumento de los precios energéticos, como consecuencia de las tensiones geopolíticas, podría obstaculizar la tendencia de desinflación. También los estímulos en China tendrían un efecto sobre los precios. Recordemos que China ha estado exportando deflación al resto del mundo en los últimos trimestres, algo que podría terminar si las medidas anunciadas por los mandatarios del gigante asiático tienen éxito. En este caso, los bancos centrales no implementarían las bajadas de tipos que los mercados descuentan, ya que la inflación volvería a ganar protagonismo en las agendas de las autoridades monetarias mundiales.
Por el contrario, si el crecimiento de Estados Unidos se desacelera bruscamente, el estímulo de China vuelve a decepcionar y la disminución de los riesgos geopolíticos alivia las preocupaciones sobre el suministro de energía, la inflación global se moderaría aún más, posiblemente allanando el camino para un ciclo de recortes de tipos aún más agresivo.
En definitiva, después de tres trimestres relativamente tranquilos, el cuarto trimestre podría impulsar a la economía global hacia una nueva dirección. El resultado de las elecciones estadounidenses, con sus implicaciones para la política interna y la política comercial global, junto con los conflictos en Ucrania y Oriente Medio, desempeñarán un papel fundamental. También lo harán las decisiones económicas que tome China. Entre todos, determinarán el camino que tomará la economía en los próximos meses y, en consecuencia, la trayectoria que seguirán los precios de los activos financieros.