Arrasadora victoria de Trump, ¿qué podemos esperar?
11/11/2024
El mercado tenía razón. Esta es la conclusión principal que cabe extraer de los resultados de las elecciones presidenciales estadounidenses del pasado martes. En efecto, el mercado parecía estar apostando decididamente por una victoria de Trump, mientras que las encuestas auguraban una carrera a la presidencia extremadamente reñida. Las encuestas volvieron a equivocarse y Trump arrasó en la elección, al ganar en los siete estados bisagra.
Los republicanos también recuperaron el control del Senado, como se esperaba, pero la muy probable victoria en la Cámara de Representantes no estaba en absoluto descontada. A falta de asignar 18 escaños de la Cámara Baja, los republicanos ya tienen asegurados 214, frente a los 203 proyectados para los demócratas. El Partido Republicano necesita alcanzar al menos los 218, algo que ya se da por hecho en Washington. Estamos, por lo tanto, ante un escenario de “barrida republicana”, que pocos habían previsto.
En definitiva, los electores han dado a Trump y a su partido un mandato sólido, que requiere que los mercados valoren cuidadosamente el impacto de sus políticas sobre la economía, no solo estadounidense, sino mundial. Las propuestas de Trump se articulan en cuatro elementos básicos: aumentar los aranceles, revertir la inmigración ilegal, disminuir los impuestos y reducir la carga regulatoria.
Si se toman sus propuestas al pie de la letra, se obtiene una combinación de políticas muy radical. En primer lugar, su idea de imponer un arancel del 60 % a China y del 10 % a todos los demás socios comerciales, elevaría el arancel promedio a las importaciones del 2 % al 17 %. En segundo lugar, la propuesta de no sólo prorrogar los recortes impositivos de 2017, sino también reducir el impuesto de sociedades del 21 % al 15 %, representaría un estímulo fiscal muy significativo. En el ámbito regulatorio, Trump ha prometido desregular significativamente la política energética, y ha dicho que quiere "perforar, perforar y perforar" desde el primer día. Por último, Trump quiere deportar a los doce millones de inmigrantes que se estima que ya están en el país de forma irregular.
¿Cuál sería el efecto de estas políticas? En el ámbito arancelario, una subida de tarifas de esta magnitud tendría efectos negativos a medio plazo sobre el crecimiento económico y la inflación, tanto en Estados Unidos como en sus socios comerciales. De manera similar, una fuerte reducción repentina de la oferta laboral provocada por las deportaciones aumentaría las presiones salariales, lo que redundaría en mayor inflación y menor crecimiento económico por el lado de la inversión.
En cambio, la desregulación debería reducir los costes de transacción para las empresas y también podría bajar los precios de la energía en el caso de un aumento de la oferta de petróleo y gas. La bajada impositiva también tendría a priori un efecto positivo sobre la actividad económica, al incentivar la inversión y la oferta laboral. Sin embargo, y esto es relevante dada la compleja situación fiscal de los Estados Unidos, los recortes impositivos podrían ser contraproducentes en la medida en que aumenten el déficit. Por lo tanto, el efecto positivo de un impuesto de sociedades más bajo debería valorarse en relación al riesgo de hacer insostenible la trayectoria fiscal estadounidense, lo que llevaría a tipos de interés significativamente mayores. A la luz de estos riesgos en torno a las propuestas de Trump, cabe preguntarse por qué los mercados financieros reaccionaron de forma tan positiva. En este sentido, una primera explicación es que ha desaparecido por completo la incertidumbre relacionada con el propio resultado electoral. No era un riesgo menor que se hubieran impugnado las elecciones, o que se hubiera demorado semanas o incluso meses, la proclamación del nuevo presidente. Los resultados han sido tan claros que este importante riesgo se ha desvanecido, lo que implica una caída inmediata de la prima de riesgo.
La segunda razón probablemente se esconde en que los inversores no creen que Trump vaya a implementar sus políticas al pie de la letra. En este sentido, la suposición del mercado parece ser que el nuevo presidente buscaría simplemente negociar acuerdos comerciales favorables, sin que en realidad pretenda imponer una subida arancelaria de semejante magnitud. Los inversores también confían en que el nuevo presidente se rodeará de un equipo capaz y experimentado, que podrá aportar un alto nivel de pragmatismo a las políticas de Trump.
Solo el tiempo dirá hasta qué punto estas suposiciones resultan ser ciertas, pero parece razonable esperar que las políticas no serán tan radicales como las inicialmente defendidas por el nuevo presidente, que tomarán tiempo en ser implementadas y que podrían encontrar cierta resistencia, incluso por parte de un Congreso Republicano.
En definitiva, es probable que las políticas de Trump, aunque descafeinadas, provoquen tasas de inflación más altas y menor crecimiento económico a medio plazo, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Del mismo modo, es previsible que la Reserva Federal acometa un proceso de recorte de tipos más lento y que el dólar se fortalezca contra el resto de divisas. Algunas áreas geográficas se verán especialmente afectadas por la amenaza arancelaria, entre las que destacamos China y Europa.