La inflación ya no asusta tanto
20/08/2024
Ahora que los banqueros centrales de todo el mundo se reúnen en la localidad estadounidense de Jackson Hole para el simposio anual de la Reserva Federal, podrán decir con alivio que las dinámicas de la inflación global parecen haber girado a su favor.
Aunque es prematuro cantar victoria, lo cierto es que el temor inflacionista que había dominado el debate sobre la política monetaria desde que los precios comenzaron a dispararse durante la pandemia ha desaparecido en gran medida. La inflación puede no estar todavía en el objetivo del 2 %, pero está cerca y va en la dirección correcta.
Este optimismo sobre la inflación se vio validado la pasada semana por el dato del IPC estadounidense del mes de julio, que sorprendió ligeramente a la baja y confirma en términos generales la positiva trayectoria de desinflación.
Los precios en otras economías avanzadas también fueron alentadores. De esta forma, en el Reino Unido, la inflación de julio también sorprendió a la baja y la tasa subyacente se situó en el 3,3 % interanual. Especialmente bien recibido fue el dato de la inflación de servicios que se moderó desde el 5,7 al 5,2 %, bastante por debajo de las previsiones del mercado.
En la eurozona, los detalles del IPC de julio para los principales países no fueron tan alentadores y, en general, mostraron un cierto estancamiento de los precios. Sin embargo, existen indicios de desinflación futura, derivados de unas menores presiones salariales.
En definitiva, el panorama para la inflación mundial se ha vuelto más benigno. Siguen existiendo focos de presiones persistentes sobre los precios, pero una reaceleración significativa de la inflación parece un riesgo limitado en estos momentos. De hecho, las tendencias deflacionistas en China podrían reducir aún más las presiones sobre los precios mundiales.
Sin embargo, a medida que disminuyen las preocupaciones sobre la inflación, la atención de los inversores se está desplazando hacia el crecimiento económico. En Estados Unidos, las sólidas ventas minoristas de la semana pasada, combinadas con una sorpresa a la baja en las solicitudes iniciales de subsidios por desempleo, continuaron aliviando las preocupaciones sobre un potencial desplome de la demanda al otro lado del Atlántico. Es evidente que el crecimiento se está moderando desde niveles muy elevados, pero la actividad sigue siendo sólida y no se está contrayendo.No obstante, el panorama para el crecimiento global es más complejo. En la eurozona, el producto interior bruto creció un 0,3 % en el segundo trimestre del año, lo que confirma cierta recuperación de la actividad después de un año y medio de estancamiento, aunque con señales que no permiten mucho optimismo respecto de la sostenibilidad del crecimiento. De hecho, los indicadores adelantados continuaron mostrando un deterioro de la confianza de los agentes económicos.
Aún más preocupante es la situación en China, donde los datos macroeconómicos del mes de julio confirmaron lo que ya era un secreto a voces: la economía del gigante asiático continúa inmersa en una crisis de demanda y experimenta una tendencia a un mayor ahorro y a salarios y precios más bajos. Más concretamente, los préstamos a la economía real se contrajeron por primera vez en 19 años. Mientras tanto, la producción industrial se desaceleró, se agravó la contracción de la inversión inmobiliaria y el crecimiento de las ventas minoristas se mantuvo por debajo del 3 % interanual.Y en este contexto, entran en juego los bancos centrales. Ahora que la inflación está controlada y el crecimiento económico se está desacelerando, parece conveniente cierta flexibilización de la política monetaria mundial. De hecho, una reducción de los tipos de interés de referencia parece ser ahora el camino claro a seguir. En este sentido, el simposio de Jackson Hole podrá darnos pistas sobre los próximos movimientos de los bancos centrales y los discursos de los máximos responsables de la política monetaria mundial serán seguidos con mucha atención por parte de los inversores.