Vuelven los fantasmas de agosto
09/09/2024
La adversa estacionalidad de septiembre arrancó con fuerza y el índice MSCI mundial cerró su peor semana desde septiembre de 2022. El mes de septiembre nos ha dejado debilidad bursátil en los cuatro últimos años, incluyendo el último año electoral en Estados Unidos. En 2024, con unas elecciones que se presentan especialmente inciertas al otro lado del Atlántico, los riesgos económicos y políticos mantuvieron en situación de alerta a los inversores.
Durante la semana pasada, sin embargo, los temores de desaceleración de la primera economía del planeta fueron los claros protagonistas y la aversión al riesgo se extendió por multitud de activos financieros, penalizando los valores más expuestos al ciclo económico y beneficiando a los que exhiben características defensivas.
De esta forma, los inversores en renta fija descontaron recortes más rápidos de los tipos de interés por parte de los bancos centrales y los rendimientos de los bonos del Tesoro tocaron su nivel más bajo desde 2022. Las materias primas también enviaron señales de advertencia sobre las perspectivas para el ciclo de consumo e inversión. Así, el petróleo borró todas sus ganancias de 2024, mientras que el precio del cobre ha caído en 13 de las últimas 16 semanas.
En general, la última semana nos recordó el episodio de turbulencias de principios de agosto, cuando los primeros indicios de debilidad del mercado laboral americano hicieron que los rendimientos de los bonos y las acciones se desplomaran en una tempestad de volatilidad, que se disipó tan rápido como había aparecido. Los movimientos de la última semana reflejan el mismo conjunto de preocupaciones que impulsaron la primera caída y los inversores temen que la mayor economía del mundo pueda estar deslizándose por la pendiente de la recesión, sin que la Reserva Federal tenga ya margen de maniobra para detenerla, teniendo en cuenta el retraso con el que opera la política monetaria sobre la economía real.
El catalizador del nerviosismo volvió a ser el mercado laboral. Así, el informe de empleo estadounidense de agosto mostró una nueva desaceleración de la contratación. Se agregaron un total de 142.000 nuevas nóminas, cifra que se situó por debajo de la previsión de 165.000 que manejaba el consenso. Adicionalmente, la generación de empleo del pasado mes de julio se revisó a la baja desde los 114.000 hasta los 89.000 puestos de trabajo.
No obstante, otros aspectos del informe de empleo fueron más constructivos y se incrementaron ligeramente las horas semanales trabajadas en agosto. Además, en un contexto en el que el salario medio por hora de trabajo aumentó a un ritmo mensual del 0,4 por ciento, tras moderarse al 0,2 por ciento el pasado mes de julio, se evidenció cierto poder de negociación de los trabajadores. La tasa de desempleo, por su parte, se moderó en línea con lo esperado hasta el 4,2 por ciento, desde el 4,3 por ciento registrado en julio.
En general, parece claro que el mercado laboral sigue enfriándose, aunque sin dar señales convincentes de que estemos en la antesala de un deterioro económico significativo, lo que requeriría un recorte de tipos de 50 puntos básicos en la reunión de la Reserva Federal de septiembre. En este sentido, es importante destacar que tampoco vemos indicios de ningún movimiento de esta magnitud en las comunicaciones de la institución. Así, tras la publicación del informe de empleo, el presidente de la Fed de Nueva York, John Williams, indicó que los datos eran consistentes con la flexibilización gradual del mercado laboral que comenzó a producirse hace algunos meses y reiteró su perspectiva de que avanzamos hacia un escenario de crecimiento sólido, con una tasa de desempleo en torno a los niveles actuales y una desinflación adicional.
Durante los últimos días, además, se sucedieron los problemas para el sector tecnológico y el índice de semiconductores de Filadelfia se dejó más de un 12 por ciento de su valor en el transcurso de la semana, su mayor caída semanal desde marzo de 2020, en plena irrupción de la pandemia. Los problemas del sector se plasmaron en la cotización de Nvidia, que cayó casi un 14% en la semana. La empresa, que venía de sufrir la mala acogida de sus beneficios trimestrales, se encontró con una serie de obstáculos adicionales, como la noticia de que la justicia estadounidense ha pedido información a la compañía en el marco de una investigación antimonopolio. Por supuesto, la política comercial que se derivaría de una potencial victoria de Trump en las elecciones, también fue un lastre para la industria de semiconductores.
En suma, los principales índices de referencia mundiales han arrancado septiembre con un tono muy bajista y han recortado prácticamente la mitad del movimiento de recuperación producido desde los mínimos del pasado 5 de agosto. Los temores a un rápido enfriamiento del mercado laboral en Estados Unidos marcaron el devenir de los precios durante la semana y despertaron nuevamente los fantasmas de agosto. En este sentido, las próximas referencias macroeconómicas serán claves y creemos que deberían contribuir a tranquilizar a los inversores respecto a la senda de enfriamiento económico ordenado en la principal potencia económica mundial.