Pedir un préstamo es una manera muy común de afrontar ciertos gastos que exceden nuestra capacidad de pago. Comprar un coche, reformar la casa, organizar una boda, costear los estudios… son muchas las ocasiones en las que nuestros ahorros se quedan cortos para pagar estos gastos o, directamente, preferimos solicitar el dinero a nuestro banco para ir devolviéndolo poco a poco, sin gastar de una sola vez ese colchón que hemos ido ahorrando a lo largo de los años.
Sea como sea, a la hora de acudir a un banco deberíamos saber con exactitud qué cantidad de dinero necesitamos y cuál es nuestra capacidad de pago, ya que son dos factores importantes que la entidad bancaria tendrá en cuenta para concedernos o no el préstamo.
Aunque lo normal, es que solicitemos el préstamo a la entidad donde tenemos nuestra cuenta de uso habitual. Sin embargo, ¿sabías que BBVA ofrece un préstamo a no clientes sin la necesidad de abrir cuenta? Consulta más sobre el Préstamo Rápido.
Las claves sobre cómo pedir un préstamo personal
Para elegir el préstamo que mejor se adapta a nuestras necesidades debemos prestar atención a tres claves principales:
El capital que pedimos
Es el total del dinero que se solicita. La mayoría de entidades bancarias ofrecen préstamos a partir de los 1.000 ó 1.500 €, mientras que el límite a la financiación depende, en gran medida, del perfil del cliente que la solicita.
El interés que tenemos que pagar
Es el precio del dinero que nos prestan, lo que cobra el banco por dejarnos una determinada cantidad de dinero y correr el riesgo de impago. Viene representado en un porcentaje al que se refieren como TAE y TIN. Veamos rápidamente estos dos conceptos:
- El acrónimo TIN hace referencia al Tipo de Interés Nominal, el precio que el banco cobra por prestarnos dinero. Se calcula en base a un porcentaje sobre el capital prestado al cliente. Este porcentaje se aplica sobre el capital pendiente de devolución en cada momento. Dentro del TIN no vienen incluidas las posibles comisiones que tenga el préstamo.
- La TAE es la Tasa Anual Equivalente y, al igual que el TIN, representa lo que cuesta el préstamo pero esta vez incluyendo las comisiones y demás gastos que pueden venir asociados a la concesión del préstamo.
Por tanto, a la hora de analizar el interés del préstamo y de comparar entre un banco y otro, la TAE es el dato en el que nos deberíamos fijar.
El periodo de amortización
El tercer factor más importante a la hora de solicitar un préstamo es el tiempo en el que lo vamos a devolver, el llamado periodo de amortización. Lo más normal es que este plazo vaya de los dos a los diez años, aunque estos periodos pueden variar de un banco a otro.
Es importante calcular las cuotas de un préstamo con cuidado, especialmente respecto a en qué tiempo vamos a devolver el préstamo ya que, aunque un plazo de amortización más largo hará las cuotas mensuales más pequeñas, a la larga, también nos llevará a pagar más intereses. Por el contrario, un plazo de devolución más reducido incrementará esa cuota mensual pero hará que nuestro préstamo sea más barato.
¿En qué se fija un banco para concedernos un préstamo?
Cuando una entidad bancaria nos presta dinero está confiando en nuestra capacidad para devolver la cantidad prestada, así como los intereses que previamente se han establecido. Es decir, el banco corre un riesgo y necesita asegurarse de que como clientes, vamos a poder restituir el dinero recibido. Por eso el principal criterio para analizar cualquier solicitud de préstamo son nuestros ingresos mensuales.
Lo más importante es disponer de una fuente regular de ingresos y que estos sean suficientes como para permitirnos pagar las cuotas mensuales. Por eso se utiliza el coeficiente o ratio de endeudamiento, un porcentaje que oscila entre el 35 % y el 40 % más allá del cual no sería seguro prestar una cantidad determinada de dinero a un cliente. O lo que es lo mismo, si la cuota mensual que tenemos que pagar representa más de ese 35 % ó 40 % de nuestro sueldo mensual, el banco no considerará seguro ofrecernos un préstamo en esas condiciones.
Ante esta situación, tendríamos que modificar alguno de los parámetros anteriormente mencionados para conseguir nuestra financiación: bien solicitar menos dinero, intentar buscar un banco que nos pida un interés menor o acogernos a un periodo de amortización mayor.
Sí es cierto que aunque nuestros ingresos sean el factor determinante en la concesión de un préstamo, no son el único punto que los bancos tienen en cuenta para estudiar nuestra solicitud. También se valora el número de titulares que solicitan el préstamo, ya que dos nóminas (o fuentes de ingresos demostrables) ofrecen mayor garantía de pago que una sola.
Otra clave que puede decantar la balanza a nuestro favor es nuestro historial como clientes y pagadores. Si a lo largo de nuestra vida hemos ido respondiendo con puntualidad a todos los pagos de otros préstamos o créditos, el banco tenderá a confiar más en nosotros. Dicho esto, no hace falta señalar que el acceso a cualquier préstamo bancario nos estará vetado si hemos caído en una lista de morosos.
Por último, el disponer de bienes a nuestro nombre, como una casa o un vehículo, siempre supone un respaldo para nuestra solicitud.
Las comisiones más habituales en los préstamos
Al margen del interés que paguemos por nuestro préstamo, la mayoría de productos de financiación que ofrecen los bancos tienen alguna comisión asociada. Las más comunes son las siguientes:
- Comisión de apertura: es un pequeño porcentaje del total del préstamo que se paga al inicio.
- Comisión de cancelación anticipada total o parcial: se paga un porcentaje del capital pendiente de devolver en el momento de la cancelación del préstamo.
Cuando vamos a solicitar un préstamo debemos saber con exactitud cuál es nuestro límite de endeudamiento, la cuota mensual máxima que podemos permitirnos pagar sin pasar ‘estrecheces’ económicas. En función de este dato podemos comenzar a explorar diferentes opciones y, como en cualquier otra decisión, es importante comparar las diferentes alternativas que nos ofrecen.