Hoy te presentamos el octavo principio del Manifiesto Ágil, el cual está relacionado con el ritmo de trabajo en los equipos ágiles, promoviendo que este sea sostenible. En definitiva, nos indica que:
Los promotores, desarrolladores y usuarios debemos ser capaces de mantener un ritmo constante de forma indefinida.
La sostenibilidad y Agile
Estamos ante un principio del Manifiesto Ágil que versa sobre la sostenibilidad y la constancia. Pero, ¿qué significa ser sostenible?
Podríamos definir sostenibilidad como aquello que se puede mantener durante un largo periodo de tiempo sin que agote los recursos o cause un daño grave en el entorno. Es decir, es algo que cubre las necesidades del presente sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras o los potenciales desarrollos alternativos que puedan producirse.
Y dentro de un equipo Agile, ¿cómo definiríamos la sostenibilidad? En este caso, consistiría en mantener un ritmo de trabajo constante, que perdure en el tiempo, sin agotar a las personas y sin dañar ni al conjunto del equipo ni al producto o servicio que estamos entregando.
¿Cuáles serían los efectos de un ritmo de trabajo no sostenible?
Los equipos deben de tener un ritmo de trabajo sostenible, que no les lleve al agotamiento. Si estos operan más horas de las debidas de forma sistemática, tanto su rendimiento como la calidad de su trabajo bajará y terminará por minar la moral de sus componentes. Esto no es algo nuevo, sino algo de lo que prácticamente todos somos conscientes y que muchos de nosotros nos hemos propuesto que no vuelva a pasar… pero sigue pasando.
Pero no sólo se incumple este principio cuando un equipo trabaja más horas de las establecidas durante un tiempo prolongado, también cuando hay picos de actividad. Hablamos de esos momentos en los que el ritmo de trabajo es elevado, y al cual siguen otros en los que prácticamente este desciende al mínimo. Es lo que conocemos como “pico de sierra”, considerado un ritmo de trabajo no sostenible.
¿Cómo conseguimos este ritmo de trabajo sostenible?
Si no tenemos un ritmo de trabajo sostenible, la primera reflexión que deberíamos hacer es: ¿a qué se debe que el equipo esté trabajando tantas y tantas horas? Es decir, debemos buscar la raíz del problema, la cual puede estar:
- En una falta de eficiencia. Es conveniente analizar si todo lo que estamos haciendo durante el día es necesario (si aporta o no valor) y, de ser así, preguntarnos si es la mejor forma de hacerlo. Incluso puede ser que estemos intentando hacer todo perfecto, sin darnos cuenta de que esto no siempre será lo mejor ni lo más productivo.
- En saber si se conoce el objetivo que deseamos conseguir. Y es que es importante fijar un objetivo claro y alcanzable, que permita no perder el foco y ayude a que todo lo que hagamos aporte valor. Lo que diferencia principalmente a un grupo de personas de un equipo es la existencia de un objetivo común. Es lo que permite aglutinar todos los esfuerzos y dar enfoque a nuestro trabajo.
- En plantearnos qué es lo que nos está desgastando. Tenemos que averiguar qué es lo que está afectando a cada uno de los miembros del equipo, bien sea a nivel físico, intelectual o emocional, así como ayudarles a encontrar una solución:
- Si afecta al estado físico, es conveniente hacer deporte o dormir un poquito más cada día.
- Si es intelectual, quizá podamos añadir actividades al finalizar del día que no requieran pensar mucho (como escuchar música o relajarnos de la forma que más le guste a cada uno).
- Si nuestro desgaste es emocional, tenemos que encontrar aquello que nos devuelva a un estado de calma, tranquilidad, paz o equilibrio.
En resumen
Si conseguimos que nuestro equipo tenga un ritmo de trabajo sostenible, lograremos también que esté más motivado, más comprometido y más enfocado hacia el objetivo final.
La clave para ello es cuidarle, mediante la escucha activa a todos sus miembros. Debemos invertir tiempo en abordar y encauzar los conflictos del día a día, ofreciendo y recibiendo feedback para mejorar y mostrando aprecio a todos los miembros que lo componen. En definitiva, es esencial crear un buen ambiente en el que cuiden los unos de los otros.
Hasta aquí este artículo, en el que hemos querido compartir el octavo principio del Manifiesto Ágil, el cual profundiza en la necesidad de tener un ritmo de trabajo sostenible en los equipos. Y como siempre decimos los Agile Coaches de la Disciplina Agile España: "todas y todos somos parte del cambio".
Lourdes Delgado, Agile Coach, de la disciplina Agile España en BBVA.
Aprendizaje Agile
- El ritmo de trabajo de un equipo, en base al Manifiesto Ágil, debe ser sostenible.
- Esto significa que ha de ser constante y perdurar en el tiempo, sin agotar a las personas y sin dañar ni al conjunto del equipo ni al producto o servicio que estamos entregando.
- No contar con un ritmo de trabajo sostenible puede ser contraproducente, ya que haría que se redujese tanto el rendimiento como la calidad del trabajo, minando a su vez la moral de los componentes de dicho equipo.
- Si no tenemos un ritmo de trabajo sostenible, deberemos preguntarnos el motivo y buscar una solución.