“¿Y cómo es posible poseer estrellas?”, pregunta el Principito, entre curioso y perplejo, al hombre de negocios. Pero este último, tan “serio y exacto” como lo describe en su famoso libro Antoine de Saint-Exupéry, no sabe bien qué contestar. Porque está demasiado ocupado, a eso dedica sus largas horas, en contar y recontar una y otra vez las infinitas estrellas del firmamento, que él considera suyas y de nadie más: “Son mías, puesto que he sido el primero a quien se le ha ocurrido”.
A través del breve diálogo que mantienen el Principito y el hombre de negocios, el célebre escritor francés plantea varias dudas que invitan a la reflexión y pueden resumirse en las siguientes cuestiones: ¿sirve de algo poseer por el mero hecho de poseer? ¿Acaso todo resulta susceptible de ser comprado o poseído? Y, en tu día a día, ¿qué cosas son más importantes para ti?
Sin duda, cada persona cuenta con su propia escala de valores, es decir, esa reducida y ordenada selección de aspectos relevantes de la vida (amor, amistad, dinero, honestidad, lealtad, solidaridad, etc.) que gozan a tu entender de una significación especial. No obstante, al vivir los seres humanos formando parte de una sociedad, los valores y el modo en que son priorizados también dependen en buena parte del colectivo y de lo que el conjunto de las personas considera correcto, justo y adecuado.
¿Y qué papel juega el dinero? Según el hombre de negocios que protagoniza este pasaje de la novela, se trata de amasar la mayor cantidad posible, aunque luego no le sepa dar uso ni disfrute. Sin embargo, el Principito considera que actuar así carece de sentido, ya que “no puedes llevarte las estrellas” o, lo que es lo mismo, tener por tener a veces de nada vale, porque hay cosas que nunca serán de nadie salvo de quien las viva.
¿En qué consiste la escala de valores? ¿Qué son los valores?
Quizá, como sucede a menudo, la opción más sabia descanse en el término medio. Y es que parece innegable que el dinero acumula gran relevancia en el mundo actual. No por casualidad, las personas pagan con dinero la compra de cada uno de los bienes y servicios de consumo mediante los que satisfacen sus necesidades de alimentación, prendas de vestir, medicamentos, suministro de energía, formación académica, cultura, ocio y viajes y desplazamientos, por citar tan solo algunos de los gastos más cotidianos.
Asimismo, disponer de recursos económicos ahorrados permite generar un colchón de seguridad y tranquilidad del que tirar si, de repente, hace falta correr con gastos imprevistos o cualquier otro tipo de contratiempo material. Siendo, por tanto, clara su importancia hoy en día, el dinero no ocupa el mismo peldaño en la escala de valores de cada persona. Pero, antes de profundizar en ello, se vuelve inevitable definir a qué hace referencia exactamente el término escala de valores, ¿sabes en qué consiste?
Si los valores, en su sentido ético, constituyen el cúmulo de cualidades y principios positivos (humildad, sinceridad, valentía, tolerancia, compasión, etc.) que determinan la manera de ser de una persona y el modo en que piensa, opina, siente y se comporta, el concepto de escala de valores da nombre al listado en el que estos se ordenan en función de la jerarquía que los seres humanos les conceden.
Al tratarse de una clasificación tan íntima, cada persona establece y fija su particular versión de la escala de valores. Tal vez para ti lo primero sea la perseverancia o, a lo mejor, puede que des preponderancia a la paciencia. Sea de un modo u otro, no ha de perderse de vista que los seres humanos se educan en compañía de sus semejantes y mayores, y además aprenden pronto a vivir en sociedad. De hecho, muchos de los valores más extendidos se inculcan en el seno de la familia y en la escuela, pasando de una generación a la siguiente. Por ello, la escala de valores personal de cada cual siempre se encuentra influida y condicionada por los demás y las experiencias que se han compartido.
Escala de valores: ¿por qué el dinero no vale igual para todas las personas?
De forma general, el dinero marca el valor de las cosas, debido a que es utilizado alrededor del mundo como unidad de medida universal con la que tasar el precio de cualquier producto o servicio susceptible de ser comprado o alquilado. Pese a que, según la región en que te halles, pueden existir distintas monedas y divisas en curso legal, todas ellas son dinero, ya que cumplen una función idéntica: cuantificar la valía de los artículos, haciendo posible su compraventa e intercambio entre personas.
Aunque el dinero ciertamente posee un valor objetivo, este también se complementa con una aproximación subjetiva. Quiere esto decir que no todos los seres humanos otorgan al dinero igual importancia. Así pues, hay quien anhela con mayor fuerza su obtención y fantasea o sueña con enriquecerse, mientras que otras personas guardan menos apego por el dinero y se limitan a gastarlo sin apenas reparar en ello.
Probablemente, tanto valorar como minusvalorar en exceso la trascendencia del dinero consista en el mismo error visto desde dos polos opuestos. La actitud del hombre de negocios de ‘El principito’, afanado en atesorar sin dejar tiempo a nada más, ni siquiera a vivir, alerta de los peligros de caer en la codicia y la búsqueda de poseer simplemente por poseer.
Tampoco se antoja la opción más sensata prescindir del dinero y vivir como si este no existiera ni tuviera valor alguno. A fin de cuentas, los recursos económicos son útiles y facilitan la vida de las personas, dándoles acceso a poder materializar sueños y metas como, por ejemplo, abrir un negocio propio o viajar a la otra punta del planeta.