¿Qué gastos comunes se presentan al compartir piso?
Para ahondar en los gastos más comunes, conviene abordar primeramente el alquiler de la vivienda. Se trata del coste más importante asociado a compartir piso y, sin duda, el que absorbe la mayor parte de los ingresos de cada inquilino.
Todo domicilio presenta, además, una serie de gastos propios del día a día. En primer lugar, cabe destacar las facturas mensuales o trimestrales asociadas a servicios como el gas (incluyendo agua caliente), electricidad, agua, teléfono e Internet. A estos conceptos pueden sumarse los recibos de la comunidad, si se comparte piso en un bloque sujeto a gastos comunes como ascensor, limpieza y mantenimiento.
Por otro lado, la compra de alimentos y artículos de higiene y limpieza constituye un coste fijo de la vivienda que ha de repartirse entre los distintos inquilinos. Asimismo, pueden darse imprevistos como averías o reparaciones que implican gastos más variables, al igual que la compra de artículos necesarios para el hogar, como pueden ser electrodomésticos, mobiliario o elementos decorativos.
Distribuir los gastos al compartir piso y no morir en el intento
La gestión de los gastos comunes es un aspecto fundamental a la hora de garantizar una mejor convivencia si se está compartiendo piso. Son frecuentes los casos en que se crean tensiones innecesarias relacionadas con una administración poco eficaz de las facturas.
No obstante, parte de la solución a este tipo de situaciones radica en registrar cada gasto realizado para poder distribuirlo posteriormente de la forma más conveniente para el grupo.
Tras establecer los gastos vinculados a cada vivienda en un determinado periodo, el siguiente paso es la distribución de los mismos. Aquí intervienen factores como la renta o ingresos disponibles, según los cuales una persona podrá asumir una proporción mayor o menor que el resto. Otros grupos, sin embargo, deciden dividir los gastos según el consumo personal. Este modo de reparto, si bien para algunos resulta eficiente, en ocasiones puede traer consigo desavenencias derivadas de una estimación que no se ajuste a la realidad.
Mejor centralizar
Una vez acordada la distribución de los conceptos comunes, el siguiente paso es reunir el dinero necesario para hacer frente a los recibos. De nuevo, las opciones disponibles se adaptan a todos los gustos y preferencias.
En primer lugar, y considerando que las condiciones económicas del grupo varían, es frecuente ver cómo un inquilino o dos asumen el conjunto de las facturas a final de mes, reclamando posteriormente la parte proporcional al resto una vez dispongan de mayor liquidez. Este método organizativo, aunque eficaz, puede plantear inconvenientes si la persona que asume los pagos se siente sobrecargada o tiene que recordar de forma constante a sus compañeros que abonen su parte.
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La problemática anterior lleva a muchas parejas o grupos a centralizar los ingresos. La primera vía para hacerlo es a través de un bote común en el que cada inquilino pone su parte proporcional. Sin embargo, una forma eficaz, segura y cómoda de agrupar los fondos es mediante una cuenta compartida, como la de BBVA, la cual no solo permite a todos sus titulares domiciliar recibos, también ingresar la nómina (o parte de ella). Además, se trata de una cuenta sin comisiones de administración y mantenimiento de la cuenta ni de emisión y mantenimiento de las tarjetas de débito para cada titular (0 % TIN 0 % TAE, calculado para cualquier supuesto de saldo positivo diario durante un año).
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