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¿Por qué empezar a invertir?
Como el ahorro, la inversión tiene mucho de hábito. Para empezar a invertir, más si se hace ‘desde cero’, lo primero que habría que hacer es reflexionar sobre la necesidad de hacerlo. Preguntarse: ¿debo poner a trabajar mi dinero? ¿Qué ventajas me proporcionarían unos ingresos financieros? ¿Están seguros mis ahorros en el actual contexto de inflación? Probablemente, la respuesta a estas preguntas justifique la necesidad de empezar a invertir.
El concepto de capital humano puede ayudar a verlo todo más claro (de cara a empezar a invertir). Este se define como el valor actual de los ingresos que se van a obtener en el futuro con las actividades profesionales o empresariales, y que se derivan de la formación y la experiencia laboral que se tienen. El capital humano es, con frecuencia, el activo más importante de una persona, sobre todo en edades tempranas. A medida que avanza la vida, el capital humano va disminuyendo, ya que la persona se va acercando, poco a poco, a la edad de jubilación, en la que ya no desempeña, en la mayoría de los casos, actividades remuneradas. Pues bien, el objetivo debería ser que, a medida que baja el capital humano, el capital financiero vaya aumentando en la misma proporción, de tal forma que en el momento del retiro, no se sufra una importante merma de poder adquisitivo.
¿Cómo empezar a invertir con poco dinero?
El mundo de la inversión se ha democratizado, hasta extremos insospechados, en los últimos años. Del mismo modo que es probable que el smartphone que use cualquier persona no sea sustancialmente diferente al que utiliza Elon Musk o Bill Gates, hoy en día un pequeño inversor puede aspirar básicamente a las mismas rentabilidades que un inversor profesional. Por tanto, y si lo que se quiere es empezar a invertir (con poco dinero), existen multitud de vehículos de inversión que son accesibles con una mínima cantidad inicial y que abarcan todos los mercados, estrategias y estilos de inversión: desde la inversión tradicional a las inversiones alternativas y desde la gestión activa a la gestión pasiva.
Asimismo, el asesoramiento en materia de inversiones se ha abierto a todos los públicos y, en la actualidad, se puede acceder a un asesoramiento de calidad a bajo coste. El avance de la tecnología y la imparable aparición de servicios de asesoramiento financiero online, han complementado los tradicionales servicios de banca privada y han abierto la posibilidad de empezar a invertir a pequeños inversores, mediante carteras diversificadas y eficientes desde un punto de vista de rentabilidad esperada ajustada al riesgo.
¿Qué factores hay que tener en cuenta al empezar a invertir?
El factor más importante de todos, al empezar a invertir, es: establecer un objetivo. Los objetivos pueden ser muy variados, pero los más comunes tienen que ver con preparar la jubilación, mantener la capacidad adquisitiva del dinero a largo plazo o empezar a acumular patrimonio para un objetivo concreto, como la educación de los hijos o la compra de una segunda residencia. ¿Por qué es importante el objetivo? Pues porque del objetivo depende el horizonte temporal de la inversión. Por ejemplo, si el objetivo es no sufrir una pérdida de poder adquisitivo cuando llegue la jubilación, el horizonte de la inversión será la fecha de la jubilación. Si el objetivo es comprar una vivienda en 10 años, ese será el horizonte de inversión.
El horizonte de inversión es muy importante, porque cuanto mayor sea éste, será posible permitirse un mayor porcentaje de inversión en activos de riesgo, como la renta variable, ya que aunque se empiece perdiendo, se tiene un número de años suficiente para recuperarse por completo de las caídas iniciales. Por el contrario, si tengo un objetivo a muy corto plazo, empezar a invertir se limitará a activos financieros muy líquidos.
Después de fijar el objetivo, se tiene que seleccionar el perfil de riesgo. El riesgo tiene dos dimensiones: una objetiva, determinada por el horizonte de inversión y por otras características como la edad o la cantidad de ahorro que sea capaz de generar y otra dimensión subjetiva, que tiene que ver con la relación personal con el riesgo. Puede darse perfectamente el caso de que tenga una elevada capacidad para asumir riesgo, pero que no se esté preparado para hacerlo, por experiencias pasadas o por diversos sesgos emocionales. En estos casos, hay que ser consciente de que un menor riesgo implica menores rentabilidades a largo plazo.
¿En qué productos se puede empezar a invertir?
Los fondos de inversión constituyen el vehículo más adecuado cuando se empieza a invertir. Su adecuada diversificación evita riesgos innecesarios derivados de la selección personal de valores, para la que es posible que no se tenga la preparación necesaria.
No obstante, la selección de acciones también es una fórmula válida para empezar a invertir, aunque en este caso la experiencia inversora y los conocimientos de valoración constituyen un bagaje muy recomendable. Del mismo modo, no es lo mismo invertir que especular. El especulador sólo busca vender un activo a un precio superior al precio de compra. El inversor está más interesado en las rentabilidades que puede esperar en el largo plazo y normalmente mantiene sus posiciones por un mayor periodo de tiempo.