Aplicar modelos y técnicas de ahorro
Existen distintos modelos de ahorro recomendados por los expertos. Aunque no todos son adecuados para las necesidades de cualquier persona, siempre merece la pena informarse y probar unos u otros hasta lograr resultados. Algunos de los más comunes se basan en estrategias como la regla del 50/30/20, la técnica del sobre o la técnica de la hucha.
La regla del 50/30/20 es uno de los modelos de ahorro más representativos, que consiste en dividir los ingresos en porcentajes que se asignan a objetivos específicos. En este caso, un 50 % ha de cubrir los gastos corrientes del día a día, un 30 % se puede gastar en ocio y caprichos, y el 20 % restante se ahorra. Existen variantes que utilizan otros porcentajes o una división más detallada, pero el concepto es el mismo: organizar los ingresos para cubrir las necesidades y asegurar que una parte queda reservada para el futuro.
La técnica del sobre consiste en establecer un presupuesto mensual para el ocio y los caprichos. La cuestión es que este presupuesto no es simplemente un propósito, sino que esa cantidad se debe introducir en un sobre a principios de mes. Una vez este dinero se agota, el usuario tiene que buscar otras formas de ocio que no supongan gastos y esperar para satisfacer sus caprichos hasta el mes siguiente.
Igualmente, la técnica de la hucha obliga al usuario a guardar parte de sus ingresos físicamente, pero en este caso se trata de los ingresos destinados al ahorro. El principio es conocido por todos, pero para que este modelo resulte efectivo es esencial estructurar o sistematizar de algún modo la cantidad que se introduce en la hucha y la frecuencia con que se hace. Algunas de las estrategias de sistematización más comunes son la selección de las monedas de un determinado valor o la de introducir en la hucha tanto dinero como el que se invierte en otras partidas, como por ejemplo las copas, los cafés o el cine.
Hacer un seguimiento de los gastos
Muchas técnicas de ahorro dan importancia al hecho de visualizar de algún modo el dinero que se gasta y que se guarda. Este es el razonamiento que motiva llevar un registro de gastos. El hecho de observar el dinero que se destina a las distintas partidas permite que el ahorrador sea más consciente del estado de sus finanzas y pueda organizarlas mejor.
No hay una única forma para realizar este seguimiento. Algunos expertos abogan por apuntar a mano toda esta información, ya que supone mayor esfuerzo y atención por parte del usuario. Existen cuadernos diseñados específicamente para este propósito, como los creados para el método Kakebo procedente de Japón. Para agilizar o automatizar este seguimiento, también se puede hacer uso de recursos tecnológicos como hojas de cálculo o aplicaciones móviles.
Cambiar los hábitos de consumo
En la mayoría de los casos no basta con prestar atención a lo que se gasta, sino que es necesario también cambiar la forma en la que se consume. De este modo, se reducen en gran medida los gastos y aumenta el ahorro.
La forma más obvia de conseguirlo es reducir el consumo. Apagar las luces cuando no se está en la habitación, no dejar los electrodomésticos en standby o abrigarse en vez de encender la calefacción son medidas sencillas que no solo disminuyen el gasto monetario, sino también son beneficiosas para el medio ambiente. Igualmente, otra manera de reducir el consumo es evitar comprar aquello que no se necesita.
Existen algunos trucos para eliminar las compras impulsivas o innecesarias, como planificar las comidas con antelación o preparar una lista antes de hacer compras. Asimismo, si se va a comprar comida, se recomienda no hacerlo cuando se tiene hambre, ya que los antojos pueden jugar una mala pasada. También ayudan hábitos como evitar los centros comerciales en los días centrales de los periodos de rebajas.
Además, acostumbrarse a comparar precios y a buscar las marcas más baratas es otro hábito de ahorro eficiente. Muchas marcas blancas son de buena calidad y ofrecen precios más bajos que los de sus competidores.
Rentabilizar los ahorros
Cuando los ingresos son limitados, los resultados de los métodos anteriores también lo son. Por ello, es interesante estudiar las opciones disponibles para obtener el máximo rendimiento posible del ahorro. Las entidades financieras ofrecen una amplia gama de productos de ahorro e inversión, como, por ejemplo, los fondos de inversión o los planes de pensiones. Para elegir la opción adecuada entre todas ellas, es fundamental atender a ciertos factores.
Antes de decidir dónde ponemos nuestro dinero es necesario dar respuesta a una serie de cuestiones: para qué ahorramos, de qué plazo disponemos, cuáles son las opciones que fiscalmente nos favorecen más o qué necesidades de liquidez prevemos tener. Esto nos ayudará también a determinar nuestro perfil de riesgo y, por tanto, saber qué opciones nos convienen y qué opciones no son adecuadas.
Rentabiliza tu dinero
Un concepto que debemos tener muy claro es el binomio rentabilidad riesgo. Se relacionan de forma directa, de modo que cuanto mayor sea la rentabilidad a la que aspiremos, mayor será el riesgo que debamos asumir. Quienes dispongan de un horizonte temporal amplio, podrán asumir riesgos en los que no podrán incurrir quienes inviertan a un plazo corto.
Finalmente, otras condiciones como los plazos, la inversión mínima y/o máxima, o las características fiscales proporcionan también información muy valiosa. Muchos productos garantizan la rentabilidad únicamente si se cumple con un plazo concreto o si no se exceden unos límites de inversión, factores que pueden afectar a los resultados del ahorro.