Comparación de un plan de jubilación con un plan de pensiones
Aunque ambos términos se utilizan indistintamente con frecuencia, lo cierto es que los planes de jubilación y los de pensiones no son exactamente lo mismo. El objetivo de ambos productos es el de ahorrar de cara a la jubilación, pero ambos presentan diferencias significativas.
Los planes de jubilación están basados en un seguro de vida-ahorro, con una rentabilidad mínima garantizada. En estos planes, las aportaciones del contratante se realizan en forma de prima.
Por el contrario, los planes de pensiones son un vehículo de inversión que se instrumentalizan en fondos de pensiones y cuya rentabilidad no está fijada, sino que depende de la evolución de los activos en los que invierte. Por tanto, lo primero que se debe tener en cuenta a la hora de compararlos es el nivel de riesgo que se quiere asumir y la rentabilidad deseada: los planes de jubilación ofrecen una rentabilidad reducida pero asegurada; los de pensiones, una mayor rentabilidad potencial, aunque sin certezas. Planes de jubilación encajan mejor para un inversor conservador, mientras que planes de pensiones se enfocan en aquellos que prefieren buscar rentabilidades adicionales. No obstante, es importante tener en cuenta que existe un amplio espectro de planes de pensiones que abarcan todos los perfiles de riesgo.
La liquidez es otro de los factores esenciales a valorar. Salvo en algunos casos excepcionales (como una situación de desempleo de larga duración, una enfermedad grave o una incapacidad laboral, entre otros), los planes de pensiones no pueden rescatarse hasta el momento de la jubilación. No obstante, desde 1 de enero de 2025 podrán rescatarse las aportaciones que tengan al menos 10 años de antigüedad.
Por su parte, los planes de jubilación pueden cancelarse o rescatarse con mayor facilidad, siempre y cuando se cumplan las condiciones de la póliza.
Comparación de un plan de jubilación con un fondo de inversión
Los fondos de inversión son otro de los productos de ahorro e inversión más comunes. En este caso, las aportaciones realizadas por el contratante se convierten en participaciones en un fondo administrado por un equipo gestor, similar a los fondos de los planes de pensiones. Los fondos invierten de acuerdo con su política de inversión, que es la que determina de qué modalidad de fondo se trata: si es de renta fija, de renta variable, mixto, garantizado, etc. Los fondos, salvo alguna modalidad de garantizados, no ofrecen una rentabilidad mínima, sino que ésta depende de la evolución de los activos en los que invierte. Este formato tiene como resultado una mayor rentabilidad potencial, pero también un mayor riesgo.
Asimismo, los fondos de inversión no son necesariamente un vehículo destinado a la jubilación. Sus aportaciones no se encuentran fiscalmente incentivadas pero, por el contrario, estos productos son muy líquidos: se pueden rescatar de forma rápida y sencilla. Aunque también ofrecen bastante liquidez, los planes de jubilación son algo más estructurados en cuanto a sus objetivos, aportaciones y rentabilidad.
Comparación de un plan de jubilación con un plan de ahorro a largo plazo
Los planes de ahorro a largo plazo son un tipo específico de depósito cuyas condiciones son comunes a la mayoría de las entidades que los ofertan. El plazo recomendado de inversión es de al menos 5 años, durante los cuales el contratante puede aportar hasta 5.000 € anuales. Estos planes tienen dos modalidades: la cuenta individual de ahorro a largo plazo (CIALP) y el seguro individual de ahorro a largo plazo (SIALP). Este segundo formato, al igual que los planes de jubilación, se basa en la contratación de un seguro.
La principal ventaja de los planes de Ahorro 5 es que, siempre que se cumplan las condiciones, garantizan la recuperación de al menos un 85 % de la inversión. Sin embargo, esto no supone grandes garantías en comparación con un plan de jubilación en el que la rentabilidad está asegurada y forma parte del contrato.