Las entidades bancarias están especializadas en facilitar financiación a sus clientes y, entre las diversas opciones que se ofrecen en el mercado, los préstamos y líneas de crédito son dos de los productos más utilizados tanto por clientes regulares como por empresas. Sin embargo, a veces no se diferencia un préstamo y un crédito cuando en realidad, suponen maneras distintas de acceder a la financiación que necesitamos.
La diferencia más relevante para el cliente es que, mientras que en un préstamo se accede a todo el dinero solicitado de una sola vez en el momento de la concesión del préstamo, en un crédito ese dinero se puede ir solicitando en función de las necesidades que tengamos. En un ejemplo sencillo, a la hora de conseguir un préstamo ‘rompemos’ la hucha y conseguimos todo el dinero que necesitamos; y de manera diferente, con un crédito vamos sacando dinero poco a poco, solo cuando tengamos que disponer de él y sin necesidad de utilizar todo el dinero disponible.
La forma de acceder al dinero determina también los intereses que se pagan. La diferencia entre un préstamo y un crédito aquí, es que mientras que en el primero se pagan intereses por todo el capital que nos han prestado; por el contrario, en un crédito se pagan intereses por el dinero que hemos utilizado, no por el total de dinero que el banco ha puesto a nuestra disposición, aunque sí puede existir una comisión de saldo no dispuesto, esto es, del dinero que no hemos utilizado.
Además, en lo que respecta al plazo de amortización de un préstamo, también existen diferencias entre los préstamos y los créditos. Los préstamos tienen un plazo mayor, generalmente de años, por lo que también tienen intereses más elevados. Por ello, puedes comenzar por hacer una simulación para calcular el préstamo y ver las condiciones que se te quedarían.
Un préstamo y un crédito también difieren en la forma en la que el cliente devuelve el dinero que ha recibido. En el préstamo, una vez amortizado todo el capital a través del pago de las cuotas mensuales, se da por concluida la operación sin posibilidad de acceder a más dinero, salvo que se formalice un nuevo préstamo. El crédito funciona de manera contraria, por lo general se renueva cada año para seguir permitiendo que el cliente use esa línea de financiación cuando lo necesite. Por ejemplo, una manera de acceder a ella es adquirir una tarjeta de crédito.
Es importante señalar que aunque ponen a disposición del cliente un determinado capital, la diferencia de la mecánica entre préstamos y créditos los hace adecuados para situaciones distintas: los préstamos son más útiles cuando se va a realizar una compra importante o se necesita una cantidad de dinero que conocemos con antelación, mientras que el crédito funciona como un apoyo puntual para gastos a los que no llegamos de manera normal.