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¿Qué es el plan de financiación de una empresa?
Un plan de financiación para una empresa es el documento que se enmarca en el plan financiero-económico de la misma y sirve para conocer y evaluar los distintos recursos disponibles (necesarios para garantizar la viabilidad económica de un negocio). A la hora de redactar un plan de negocios, y por consiguiente el plan de financiación de una empresa, es importante ser breve y conciso.
¿En que se “sustenta” el plan de financiación de una empresa?
El plan de financiación de una empresa se tiene que basar en los costes fijos de un negocio, es decir, aquellos gastos que se producen independientemente del volumen de ventas, como lo es, por ejemplo, el alquiler de un local. Además, ha de considerar los costes variables (o aquellos que guardan relación con el total vendido) como puede ser la materia prima adquirida para fabricar un producto.
A partir de ahí, toda empresa busca obtener ganancias de su actividad. Por ello, es necesario conocer el punto de equilibrio, o el momento en que los ingresos derivados de las ventas igualan a los costes fijos y variables sin que la empresa reporte beneficios. Una vez establecido este, el empresario obtiene una visión más real de la situación económica de su negocio y puede redefinir partidas como la financiación (en base a lo obtenido en el plan).
¿Cómo se desarrolla el plan de financiación de una empresa?
A la hora de trazar un plan de financiación de una empresa, los emprendedores deben atravesar dos fases:
- Elaborar el presupuesto necesario.
- Estudiar las vías de financiación disponibles y que mejor se adapten a las necesidades del negocio.
Primer paso del plan de financiación: elaboración de presupuestos
Este primer punto, del plan de financiación de una empresa, se trata de una estimación que será muy útil a la hora de fijar los objetivos de una empresa de cara a un periodo determinado y puede realizarse en una sencilla hoja de cálculo. En ella, se dispone:
- La proyección mensual de la cuenta de resultados de la empresa, es decir, los ingresos y gastos derivados de la actividad desempeñada.
- Los presupuestos de venta, tesorería e inversión.
- Presupuesto de ventas, en el que la empresa anota la previsión de gastos del ejercicio próximo con base a la cuantía de lo que se ha vendido el anterior.
- Presupuestos de tesorería, que se trata de un balance de cobros y pagos que mide la liquidez de la empresa en distintas fechas con el objetivo de proyectar su estado de financiación. Si, por ejemplo, se prevé cobrar un pago en 90 días, la empresa deberá planificar sus gastos en función de la fecha de dicho cobro. Asimismo, si la empresa paga a proveedores a 90 días, puede contar con una liquidez adicional durante esos tres meses para cubrir gastos. Por tanto, el presupuesto de tesorería ayuda a la empresa a planificar sus fuentes de financiación a corto plazo.
- Presupuesto de inversión, donde se proyectan las unidades de servicio o producto que se pueden ofrecer utilizando los medios de producción a disposición del negocio en ese momento.
Segundo paso del plan de financiación: búsqueda de financiación
Este segundo punto, del plan de financiación de una empresa, se trata de los recursos mediante los que se puede obtener financiación, tanto propios (patrimonio neto) como ajenos (pasivo). El patrimonio neto corresponde al capital aportado por los socios de la empresa, beneficios no distribuidos o subvenciones concedidas por la Administración. Muchas empresas recurren a fondos de capital riesgo, a través de los cuales una sociedad anónima invierte activos en una empresa para posteriormente vender su participación y obtener beneficios.
A escala menor, se encuentran los llamados business angels, inversores privados que invierten capital en empresas de nueva creación, aportando valor e informando sobre posibles riesgos o falta de liquidez. Es recomendable disponer de un patrimonio neto abundante, pues es una fuente de financiación que no debe devolverse. Para incrementar el patrimonio neto de un negocio, la empresa tendrá que generar reservas, o aquellos beneficios no repartidos.
Por otro lado, conforman el pasivo aquellos recursos que deben devolverse. Un claro ejemplo son los préstamos concedidos por entidades bancarias a cambio de un interés variable según el plazo de devolución. Al mismo tiempo, los bancos y organismos como el Instituto de Crédito Oficial proporcionan créditos a las empresas para financiar su actividad, un recurso que está sujeto a intereses por el dinero utilizado y comisiones por la cantidad que no haya sido dispuesta.
Sin embargo, el pasivo no solo se reduce al dinero. Existen compañías que optan por el leasing, o alquiler de inmuebles, maquinaria, vehículos, equipos informáticos necesarios para el funcionamiento del negocio, y que brindan a la empresa la posibilidad de comprarlos tras su uso. Si la empresa quiere prescindir de gastos de gestión y mantenimiento de dichos bienes, puede recurrir al renting o alquiler. Por último, existen otras vías de financiación alternativas como el crowdfunding, o financiación colectiva; y el bartering, que consiste en un acuerdo comercial mediante el cual dos empresas intercambian servicios sin que se dé una transacción económica.
A la hora de escoger entre tantas opciones, la empresa deberá analizar a cuánto ascienden sus recursos propios para determinar los fondos necesarios a través del pasivo. Cuanto más patrimonio neto se tenga disponible, menos recursos pasivos se necesitarán, lo que evitará incurrir en deuda.
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