¿En qué consisten los planes de ahorro?
Los planes de ahorro fueron lanzados en el año 2015. Estos instrumentos también se conocen como Planes de Ahorro 5, puesto que están diseñados para tener una duración de 5 años. Durante ese periodo de tiempo, el titular del plan tiene la posibilidad de realizar aportaciones periódicas o puntuales, siempre y cuando estas no superen un máximo establecido de 5.000 euros anuales.
Los planes de ahorro se consideran productos de bajo riesgo, puesto que garantizan la devolución de, al menos, el 85% del capital aportado inicialmente, con el que se invierte en activos de renta fija, como letras del tesoro o bonos del Estado, por lo que son recomendables para los ahorradores de perfil más conservador. El porcentaje restante puede dedicarse a otros activos como la renta variable, tratando de buscar una rentabilidad adicional.
Estos instrumentos de ahorro presentan dos modalidades diferentes: los Seguros Individuales de Ahorro a Largo Plazo (SIALP) y las Cuentas Individuales de Ahorro a Largo Plazo (CIALP). Los SIALP se contratan a través de una aseguradora (que puede pertenecer a una entidad bancaria) en forma de seguro de vida-ahorro. Al contratar un SIALP, el titular hace las veces de asegurado y beneficiario de la póliza asociada al plan. En caso de fallecimiento, son los herederos del contratante los que se benefician de los recursos económicos que garantiza el seguro. Los CIALP, por su parte, constituyen un producto típicamente bancario que implica la apertura de una cuenta en la que se ingresan los beneficios generados por la inversión de las aportaciones del titular. En este sentido, resultan muy similares a los depósitos bancarios tradicionales.
Tanto los SIALP como los CIALP están regulados por ley y no está permitido tener contratados dos de ellos de manera simultánea.
Rescate y fiscalidad de los planes de ahorro
Como ya se ha mencionado, los planes de ahorro están diseñados para tener una duración de 5 años. Aquellos titulares que mantengan su inversión durante este periodo de tiempo y que aporten una cantidad inferior a 5.000 euros anuales pueden disfrutar de las ventajas fiscales que ofrecen este tipo de productos: en este caso, el ahorrador está exento de tributar los rendimientos generados a raíz de la contratación del plan.
No obstante, los ahorradores tienen la posibilidad de rescatar su inversión inicial y los rendimientos derivados de la misma en cualquier momento, con la condición de que el dinero se retire en su totalidad. Esta retirada anticipada supone la pérdida de las ventajas fiscales anteriormente mencionadas y exige que el titular declare los intereses correspondientes como rendimientos de capital mobiliario, a unos tipos entre el 19% y el 23% y con una retención aplicable del 19%.
Diferencias entre los planes de ahorro y los planes de pensiones
Los planes de pensiones son instrumentos de ahorro a largo plazo que pueden, a simple vista, parecer muy similares a los planes de ahorro. No obstante, ambos tipos de productos presentan diferencias fundamentales que los hacen más o menos adecuados en función del tipo de ahorrador y de sus objetivos futuros.
En primer lugar, los planes de pensiones están especialmente diseñados para incentivar el ahorro de cara a la jubilación, es decir, a largo plazo. Esto implica que el titular de un plan de pensiones solamente tiene la posibilidad de rescatar el dinero cuando llegue el momento de su jubilación (salvo en algunos casos excepcionales como en situaciones de desempleo de larga duración, incapacidad laboral o enfermedad grave), mientras que los planes de ahorro permiten a los particulares disponer de su capital en cualquier momento, aunque sin ventajas fiscales si es antes de 5 años. No obstante, los planes de pensiones verán incrementada su liquidez desde 1 de enero de 2025, ya que desde entonces será posible rescatar aquellas aportaciones con al menos 10 años de antigüedad.
En términos generales, los planes de pensiones suelen ofrecer una rentabilidad potencial mayor que la de los planes de ahorro, puesto que, además de presentar periodos de inversión más prolongados, tienden a trabajar con una cartera más diversificada, abarcando tanto activos de renta fija como activos de renta variable. No obstante, dependerá del tipo de plan, pues existe una amplia gama, desde los más conservadores hasta los más decididos en términos de riesgo. Asimismo, el límite de las aportaciones anuales en el caso de los planes de pensiones es mayor, y puede ascender hasta los 8.000 anuales.
Por último, cabe mencionar que ambos productos presentan ciertas ventajas fiscales, pero en distintas etapas de la tributación. Mientras que los rendimientos de los planes de ahorro pueden estar exentos de tributación, las aportaciones anuales a los planes de pensiones desgravan en el IRPF, reduciendo la base imponible y por tanto la factura fiscal. No obstante, tanto el capital invertido como los beneficios generados deben declararse en forma de rendimientos del trabajo una vez rescatado el plan de pensiones.