Son muchas las maneras que tienen, tanto personas como empresas, de emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera. El más habitual es el CO2, o dióxido de carbono, que se produce al conducir un vehículo, al encender o apagar las luces o, también, al fabricar una gran parte de los productos que se usan diariamente. Sin embargo, no es el único GEI conocido. Existen otros que, en mayor o menor medida, también contribuyen al deterioro del planeta, como el Metano (CH4) o el Hexafloruro de Azufre (SF6).
Todo ellos pueden medirse gracias a un indicador: la huella de carbono. Calcularla hace posible que se conozca la cantidad exacta de estos gases que llega a desprender un solo individuo (huella de carbono personal) o una compañía (huella de carbono empresarial). De igual modo, saber la incidencia que ambos tienen en el malestar climático del planeta puede ayudar a reducir la huella de carbono si fuera necesario. En este artículo vamos a repasar qué acciones se pueden llevar a cabo para alcanzar este objetivo. ¡Sigue leyendo!
¿Quieres calcular tu propia huella de carbono?
¿Cómo se puede reducir la huella de carbono?
Si, llegado el momento, no se sabe cómo reducir la huella de carbono (tanto si se es un individuo como una empresa), actuar siguiendo estas propuestas puede ser un buen comienzo:
1. Apostar por la movilidad sostenible: los coches que se mueven gracias a la combustión de gasolina o gasoil generan una alta cantidad de gases de efecto invernadero, concretamente de CO2. En su lugar, y como primera medida para reducir la huella de carbono, lo recomendable es optar por los vehículos eléctricos (desde los automóviles o furgonetas a los patinetes).
2. Otras opciones a la hora de desplazarse: además de la movilidad sostenible, y para aquellos a que puedan llevarlo a cabo, existe la posibilidad de moverse utilizando la bicicleta, la cual no emite ningún tipo de GEI, o hacerlo a pie (siempre que el destino se encuentre cerca). De esta forma, cuidaremos la salud del planeta y la nuestra.
3. Uso de energías renovables: emplear energías limpias, procedentes de fuentes inagotables (como el sol, por ejemplo), hacen posible el reducir la huella del carbono, al no emitir ningún tipo de gas de efecto invernadero. Para ello, y siguiendo con el ejemplo, se recomienda la instalación de placas solares (tanto en casas como en industrias, oficinas, o en cualquier edificio público o privado) con las que ayudar tanto a la conservación del planeta como al ahorro en la factura de la luz.
4. Fomentar el autoconsumo: a colación con lo anterior, contar con placas solares permite la producción propia de energía (por parte de particulares y empresas), lo que suele ayudar a reducir la huella de carbono. Existen dos modalidades:
- Con excedente: se genera más energía de la que finalmente se usa, vertiéndose esta a la red eléctrica a cambio de una compensación (que suele verse reflejada en la factura que la última emite a final de mes).
- Sin excedente: no se vierte el exceso de energía a la red eléctrica, lo que hace que la única fuente de electricidad utilizada por el particular o empresa sea la que este autoproduce.
5. Consumir la energía de forma eficiente: su uso indiscriminado tiene como consecuencia la elevada producción de GEI, los cuales terminan en la atmósfera. ¿Cómo se puede reducir su emisión y, con ello, la huella de carbono? Utilizándola eficazmente, siguiendo unas pequeñas pautas entre las que se incluyen el evitar el consumo fantasma, el apagar y encender la luces cuando se salga de una habitación o el aprovechar la luz del sol, se conseguirá que su impacto sea menor.
6. Pasarse a la iluminación LED: además de seguir las recomendaciones de los puntos anteriores, otro paso a dar para que el uso de la energía sea más eficiente, más en concreto el de la luz, es instalar iluminación LED en casa o si eres empresa, en la oficina. Gracias a ello, se estima que se puede llegar a ahorrar hasta ⅔ de la energía utilizada con otras modalidades, lo que repercute directamente en la cantidad de GEI que se emite.
7. Adquirir electrodomésticos de bajo consumo: la compra de una lavadora, una secadora o un frigorífico con etiqueta A+++ disminuye el impacto que su puesta en marcha tiene en el medio ambiente, ya que gastan una menor cantidad de agua y de luz. Además, y como ya ocurría con las energías renovables, reduce sustancialmente no solo la huella de carbono sino también la factura que llega a casa.