¿Qué es el efecto invernadero?
El efecto invernadero es un fenómeno que se da en todos los planetas que poseen atmósfera, capa de gases que cubre y envuelve a ciertos cuerpos celestes. En el caso de la Tierra, el efecto invernadero eleva la temperatura media mundial de -18 ºC a +15 ºC, lo que hace posible la existencia de vida.
Para entender cómo funciona el efecto invernadero, es preciso señalar antes que la Tierra no absorbe toda la energía que recibe proveniente del Sol, sino que, como si se tratara de un espejo gigantesco, parte de ella rebota sobre la superficie del planeta y es repelida. Pero, en su camino de vuelta al espacio, un porcentaje de esta energía térmica (en torno al 10%) queda atrapado en la atmósfera, incrementando así la temperatura de los gases de efecto invernadero (GEI) que allí se encuentran.
Denominado de esta manera por su parecido con el modo en que funcionan los invernaderos agrícolas para conservar en su interior el calor, el efecto invernadero se trata de un fenómeno natural no exclusivo de la Tierra, que encuentra su explicación en el comportamiento que los gases de efecto invernadero presentan cuando son impactados por los rayos solares: permiten la entrada de estos, pero dificultan su posterior regreso al espacio. Sucede así debido a que la radiación procedente del sol es de onda larga, mientras que la energía que rebota desde la superficie del planeta tiene onda corta (radiación infrarroja).
¿Cuáles son las razones que convierten al efecto invernadero en un problema?
Como se ha señalado en el apartado previo, no habría vida en la Tierra sin el efecto invernadero. Entonces, ¿en qué punto este fenómeno imprescindible para la subsistencia se transformó en un problema de cara a la sostenibilidad y el futuro del planeta entero? Durante las últimas décadas, el término efecto invernadero ha adquirido popularidad porque ya no solo da nombre al fenómeno previamente explicado, sino que también identifica las consecuencias perjudiciales que la actividad humana ejerce sobre dicho proceso natural.
Y es que la sociedad, a través de una emisión descontrolada y continua de gases de efecto invernadero, provoca que la concentración de estos gases en la atmósfera terrestre aumente día a día, lo que hace que también crezca la proporción de energía infrarroja retenida durante su huida al espacio y que, a su vez, la temperatura media del planeta aumente anualmente y, en la actualidad, ya alcance niveles peligrosos para la supervivencia tanto de las especies como del medio ambiente.
La más mínima variación térmica puede desencadenar terribles consecuencias sobre el equilibrio que sostiene los ecosistemas de la Tierra, ya que son realidades tremendamente complejas en las que intervienen incontables factores. Así pues, de un tiempo a esta parte, la humanidad asiste atónita al aumento, en número y virulencia, de fenómenos meteorológicos extremos, como las lluvias torrenciales y los largos períodos de sequía.
El clima de múltiples zonas del planeta está cambiando y eso conlleva la extinción de especies animales y vegetales, desestabilizando todo el ciclo natural que permite la vida. El aumento de gases de efecto invernadero en la atmósfera es responsable del calentamiento global (visible en el acuciante deshielo que sufren los polos terrestres) y, por ello, uno de los principales motivos del cambio climático que la sociedad intenta frenar hoy en día. ¿Pero qué los caracteriza y cuáles son exactamente los gases de efecto invernadero?
¿Cuáles son los gases de efecto invernadero (GEI)?
Caracterizados por poseer una alta capacidad para atrapar energía en forma de calor cuando dicha energía se halla en la región infrarroja del espectro, los gases de efecto invernadero son los responsables de la existencia de este fenómeno esencial, básico para la vida en la Tierra.
No obstante, el problema con los gases de efecto invernadero aparece cuando su concentración dentro de la atmósfera se ve multiplicada a causa de la sociedad y sus hábitos de consumo. A este respecto, el consumo energético de electricidad, las explotaciones agrícolas y ganaderas de naturaleza intensiva, la utilización de combustibles fósiles, los vertidos no controlados de residuos y la emisión de gases empleados para refrigeración son consecuencia directa de la actividad humana y disparan la presencia de estos gases en la atmósfera.
El vapor de agua (H20) es el GEI más extendido en la atmósfera. Sin embargo, no es el único. A continuación te enumeramos los principales gases de efecto invernadero que existen:
- Dióxido de carbono (CO2): si el análisis se acota a aquellos gases emitidos a consecuencia de la actividad humana, el dióxido de carbono generado principalmente por la combustión es el gas de efecto invernadero que más influye en el calentamiento global. Asimismo, el CO2 también perjudica a la fauna y flora marinas, ya que, aparte de en el aire, también se acumula en el agua de mares y océanos.
- Hexafluoruro de azufre (SF6): en función de su capacidad de absorber energía solar, lo que se conoce como potencial de calentamiento global (PCG), el hexafluoruro de azufre supone el gas de efecto invernadero más nocivo. Supera en torno a 22.000 veces el PCG del dióxido de carbono.
- Ozono (O3): a raíz de su gran poder oxidativo, el ozono cuenta con un enorme potencial de eliminación de microorganismos patógenos y microbios, como bacterias, virus, esporas y hongos. Por ello, en la actualidad este gas de efecto invernadero con propiedades desinfectantes resulta muy utilizado en el tratamiento de múltiples enfermedades (ozonoterapia).
- Metano (CH4): durante millones de años, la mayor parte del metano presente en la Tierra se ha mantenido atrapado bajo el hielo perpetuo (‘permafrost’) de las zonas más frías del planeta. El metano es un gas de efecto invernadero muy potente. Por desgracia, recientes investigaciones científicas alertan que, a consecuencia del deshielo paulatino que en están experimentando los polos terrestres, empieza a existir riesgo de que inmensas bolsas de metano asciendan a la superficie del Ártico y que puedan acabar llegando a la atmósfera.
- Óxido nitroso (N2O): se ha estimado que, en un período de tiempo de un siglo de duración, el óxido nitroso produce un efecto sobre el calentamiento global 300 veces mayor que el CO2. No obstante, su nivel de concentración en la atmósfera resulta muy inferior al del dióxido de carbono. El N2O consiste en un gas de efecto invernadero que, por ejemplo, generan ciertas bacterias del suelo, el tratamiento de residuos animales y la combustión interna propia de los motores de explosión.
- Clorofluorocarbonos (CFC): sobre todo presentes en aerosoles, aparatos de aire acondicionado y frigoríficos, así como en determinados procesos industriales (del sector refrigeración), los clorofluorocarbonos gozan una capacidad de supervivencia en la atmósfera terrestre que oscila de los 50 a los 100 años.
¿Quieres calcular tu propia huella de carbono?
BBVA, comprometido con la huella cero de carbono en 2020
Se conoce como huella de carbono al volumen de gases de efecto invernadero que una persona o empresa emite a la atmósfera. A este respecto, BBVA ha asumido el compromiso de ser una entidad neutra en emisiones de dióxido de carbono (CO2) en este año 2020. La neutralidad de carbono implica la obligación de eliminar, mediante distintas vías, la misma cantidad de CO2 que se genere, para que el balance final resulte cero y no se produzca impacto negativo sobre el medio ambiente.
Este compromiso de BBVA se adhiere a su Plan Global de Ecoeficiencia, el cual promueve, entre otras iniciativas, acciones de eficiencia energética en sus edificios e instalaciones, la inversión en energías renovables y potenciar la utilización de videoconferencias como herramienta que sustituya los viajes y ayude a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero debidas a desplazamientos.