La agilidad empresarial ha dejado de ser una opción si lo que se quiere es sobrevivir como empresa. Además, detectar los cambios y anticiparse o adaptarse a ellos es sólo una parte de la solución, pues se necesita hacerlo enfocado en el cliente, teniendo un producto que satisfaga sus necesidades.
Y qué decir de la transformación digital. Sus retos, su velocidad de cambio o su influencia en las exigencias de los consumidores hacen de ella una carrera de ‘autos locos’, una carrera con un número de etapas infinitas.
Esta vorágine hace que muchas personas confundan agilidad con inmediatez, prisa o impaciencia. Business Agility es orden, transparencia de información, flexibilidad, entrenamiento, reducción de desperdicio y, sobre todo, comunicación bajo un objetivo único de todas las áreas de la empresa.
Business agility, es lo comentado hasta ahora y mucho, mucho más.
Vamos a zambullirnos, un poco de snorkel, en la cultura corporativa:
- ¿Es posible una transformación empresarial sin cambio cultural de sus integrantes?
- ¿Dónde y cuándo se gestiona el cambio cultural de la empresa que desea transformarse?
- ¿Le damos prioridad a ser o a hacer?
- ¿Estamos transformando la empresa o cambiando los nombres de roles para que lo parezca?
- ¿La transformación hacia business agility tiene sponsor?
Son muchas las organizaciones que están viviendo procesos de transformación, habiendo elegido la agilidad, y en concreto el business agility, como la mejor ruta para evolucionar. Sin embargo, muchos directivos y líderes tienen dudas, no lo entienden, no creen en ello ni le dan una oportunidad. Realmente, no saben que subyace debajo de las palabras ‘business agility’ (o agilidad empresarial) y el proceso de transformación asociado.
Obviando la parte de modelos y herramientas (no porque no sea importante), nos centraremos en la cultura, valores y comportamientos de la empresa y los individuos que la componen.
Business Agility y las empresas
Los estudios psicológicos indican que cuesta cambiar, salir de la zona de confort. Muestran que el cerebro está moldeado con el comportamiento y aprendizaje de los años. Esto hace que nos surja una duda: ¿las empresas saben cuál es su cultura real, previa a la transformación? (da igual a qué modelo).
Si no sabes cual es tu situación de partida, ¿Cómo sabes que camino seguir para lograr el cambio?
Cuando se empieza una transformación, hay que tener un objetivo claro, una meta (aunque sea por etapas, incluso mejor si es por etapas), formas de medir la evolución del trabajo realizado, capacidad de reacción rápida para cambiar el rumbo si fuera necesario, y sobre todo un ‘capitán’ que gobierne el cambio con mano firme.
Una transformación real y sostenible requiere, obligatoriamente, del involucramiento de la dirección, a todos los niveles, CEO incluido. No involucrarse implica no transformarse.
El business agility hace que se cambien los marcos de trabajo, organigramas, roles, pero, ¿se realiza una gestión activa de cambio cultural, a todos los niveles, para que el movimiento sea real, motivador y eficiente?
En mi opinión, se confía en que el cambio de las formas de hacer evolucione la cultura, y puede que lo logre, si bien, de forma más dolorosa y dilatada en el tiempo. Habrá un impacto directo en la poca mejora de eficiencia y resultados mientras dure el 'choque' entre hacer y ser, mientras dure el choque entre culturas y jerarquías.
El cambio no se delega, es responsabilidad de los directivos, debe ser parte de su agenda y estrategia.
La empresa es un sistema orgánico, y como el cuerpo humano, será más eficiente cuanto mejor funcionen sus órganos, tanto individual como conjuntamente.
El business agility (o la agilidad empresarial) implica estructuras jerárquicas adaptativas, liderazgo, conversaciones, confianza. Una nueva cultura empresarial.
Se ha de separar la agilidad de procesos, modelos o herramientas de la verdadera agilidad cultural y empresarial. Esta última requiere una evolución profunda de la esencia cultural. Necesita de una revisión de la gestión del talento, del liderazgo, del poder y del desarrollo profesional de las personas que lo forman, así como de sus interacciones, sus conversaciones y el alineamiento de los objetivos individuales con los empresariales.
Construir y mantener una empresa, o a un grupo de empresas, listas para la supervivencia necesita de un objetivo / misión / propósito claro, enfocado en aportar valor para los clientes. ¿Cómo? Mediante el desarrollo de una cultura y capacidades o habilidades en su interior (empleados), de innovación y adaptación al cambio, de mejora continua, enfocándose en la eficiencia, en los plazos de entrega ajustados a las necesidades del mercado, sin olvidar que las personas son importantes (y no tratarlas como tornillos, es decir, como meros materiales de la cadena de producción). Si las personas están motivadas y comprometidas, su productividad será infinitamente mayor.
El mayor cáncer que podéis tener como empresa es hacer una transformación de fotografía, cara a la galería, frente a una transformación de radiografía, real, para tener un cuerpo resiliente y adaptado a las necesidades del mercado.
En resumen
Si una empresa se embarca en una transformación, debe tener en cuenta: de dónde parte y a dónde quiere llegar, su cultura y valores, e integrar su evolución en paralelo al resto de cambios. No hay que hacerlo sólo con vídeos y grandes comunicaciones (necesarios), sino también con el ejemplo en el día a día.
En las empresas de nueva creación, es otra historia, pues lo pueden crear desde el principio, sin tener que hacer el camino de la transformación.
Estas ideas, no os asegurará el éxito, pero espero que os ayuden a reflexionar.
Hasta aquí este artículo, en el que hemos querido compartir lo qué es el Business Agility. Y como siempre decimos los Agile Coaches de la Disciplina Agile España: "todas y todos somos parte del cambio".
Firmado: Juan J. Gil, Agile Coach. Disciplina Agile España en BBVA