Cuando se trata de dinero, y de su uso, toda seguridad siempre es poca. Porque proteger tus ingresos importa tanto cómo generarlos. Por eso, hoy en día, nada tranquiliza más que saber que tus ahorros se hallan en buenas manos, bien custodiados y disponibles para ese instante en que necesites hacer uso de ellos. Y es que, al igual que conducir un coche, la gestión de tus recursos y asuntos económicos es una acción cotidiana, habitual del día a día pero que, no por ello, se encuentra exenta de riesgos.
A través de hurtos, robos, estafas o falsificaciones, delincuentes y ciberdelincuentes (las nuevas tecnologías obligan a extremar el cuidado también en Internet) pueden comprometer tu seguridad financiera. Además, en el caso del dinero en efectivo, existen otros peligros adicionales, como los relacionados con la inflación y el deterioro físico de billetes y monedas.
Aunque, si el riesgo se mide, la precaución también. Así pues, comprender las posibles amenazas vinculadas al dinero y su uso puede hacernos reflexionar acerca de la mejor forma de evitarlas, librándonos de futuros quebraderos de cabeza. Si quieres saber más al respecto, ¡no dejes de leer!
¿Cuáles son los principales riesgos asociados al dinero y su uso?
Ya sea por acción propia o por actos ajenos que, con intenciones delictivas, puedan llevar a cabo otras personas, el uso del dinero conlleva riesgos. Entre estos últimos, hay una serie de delitos que, de tener éxito en su intento, afectan a la seguridad de tu dinero. El hurto o robo de billetes, monedas y de la propia tarjeta de crédito o débito, quizá tras haber retirado con ella efectivo de un cajero automático, resulta uno de los más comunes.
La estafa supone otro de los métodos predilectos de los cacos para hacerse con el dinero de terceras personas. En pocas palabras, la estafa lleva a su víctima a un engaño, provocándole así un perjuicio patrimonial, al tiempo que el estafador se lucra con ello. Los diferentes fraudes y timos son tipos de estafas. También, por ejemplo, la falsificación de billetes.
Lo mismo que una tarjeta o cheque bancario puede traspapelarse y acabar perdido, el dinero en formato físico, en base al uso que le demos, se halla sujeto a determinados riesgos particulares que hacen que debamos tener cuidado con él. Por ejemplo, el dinero en efectivo, especialmente los billetes de papel moneda, es susceptible al deterioro fruto del uso y el paso del tiempo. A fuerza de ser utilizados, intercambiados, doblados y desdoblados, vueltos a doblar y guardados en bolsillos, carteras y cajones, todos los billetes se arrugan, agrietan, pierden tinta y, con frecuencia, terminan rompiéndose, lo que puede provocar la desaparición de su valor económico.
La inflación o, lo que es lo mismo, el precio del dinero también puede convertirse en otro peligro para la integridad de tus recursos económicos. En este caso, el riesgo recae sobre el valor de estos y no tanto en lo meramente físico. Si sube el precio del dinero, el de venta de los bienes y servicios de consumo también aumentará y, de la noche a la mañana, con la misma cantidad de dinero podrás adquirir menos productos. Por eso, resulta indispensable, para disfrutar de buena salud financiera, planificar una estrategia que te permita no solo proteger tus ingresos sino también rentabilizarlos (invirtiendo en vehículos de inversión como fondos y planes de ahorro) de cara a que nunca quedes a expensas de poder perder capacidad adquisitiva.
Caer en un endeudamiento excesivo es, sin duda, el mayor peligro cuando de gestionar tus recursos económicos se trata. De nuevo, la previsión y planificación de ingresos y gastos resultan claves para no terminar debiendo más dinero del que puedes pagar y devolver. En definitiva, el dinero y sus diferentes usos siempre implican un conjunto de riesgos que pueden proceder del comportamiento financiero de cada persona o ser consecuencia de ciertas pautas sociales y de acciones ejecutadas por criminales.
¿De qué manera se pueden prevenir los riesgos derivados del dinero y su uso?
Ante los riesgos ya aludidos que puede comportar el dinero y sus distintos usos, la precaución y la prudencia son tus mejores armas de defensa. En concreto, a continuación verás recogida una batería de medidas con recomendaciones de seguridad basadas en los dos valores citados, para que manejar el dinero jamás comprometa la integridad de tu bolsillo:
- Si pagas en efectivo, comprueba el cambio (de haberlo en la transacción). Recuerda chequear que las monedas y los billetes que te entregan son auténticos y se hallan en curso legal.
- Si sueles operar con dinero en efectivo, no olvides tratar tus billetes con cuidado para que sufran el menor desgaste posible y no acaben rompiéndose ni partiéndose.
- Tanto si abonas en metálico o con tarjeta un gasto o una compra, conserva el ‘ticket’ o recibo de la adquisición, ya que lo necesitarás para reclamar en caso de cualquier problema o contingencia.
- Cuando recurras a ellas, ten tus tarjetas siempre a la vista. Y pide comprobante de cada operación.
- Si eres usuario de la banca en Internet y gestionas tus finanzas desde el ordenador, la ‘tablet’ o el teléfono móvil, es bueno que revises tus movimientos con periodicidad, puesto que así podrás detectar con rapidez, y dar parte de ello, si se produce algún pago o cobro no autorizado por ti.
- Por supuesto, tu información bancaria es personal e intransferible. No la compartas con nadie. Recuerda modificar cada cierto tiempo tus claves y credenciales de acceso.
- Realiza una planificación mensual de tus ingresos y gastos. Sé previsor y anticipa tus necesidades económicas. Mide cuánto gastas al mes y corrige tu presupuesto cada vez que sea preciso. Si solicitas financiación o crédito, nunca pidas más dinero del que puedas devolver.
- Por último, si aún no lo haces, comienza a practicar el ahorro, porque te permitirá generar un colchón de seguridad y tranquilidad mediante el que afrontar eventuales contratiempos e imprevistos.