La tecnología está muy presente en la vida de las personas. En los hogares existen una gran cantidad de aparatos electrónicos que, si bien hacen más sencillo el día a día, pueden tener una reminiscencia negativa en el comportamiento cotidiano de las personas que habitan en ellos. Incluidos los menores (niños y adolescentes), en los que la tecnología puede llegar a influir en su desarrollo personal (al ser nativos digitales), por lo que es importante que aprendan a incorporarla, de manera segura, a su crecimiento como persona.
Para ello, se recomienda que, tanto niños como padres, sigan una serie de normas que harán que esta convivencia con la tecnología sea positiva para ambas partes y no derive en problemas que marquen el presente y el futuro del niño/a (como el sedentarismo, la obesidad o la falta de sueño).
Es necesario aplicar reglas al uso de la tecnología
La adicción a los videojuegos o a las redes sociales son los problemas más recurrentes que trata Elizabeth Kilbey con las familias que van a su consulta, ante lo que la psicóloga explica cómo utiliza un ejemplo cotidiano para evidenciar la necesidad de establecer unas normas para el uso de la tecnología: “Yo les pregunto, ¿tenéis dulces en casa? Me dicen que sí y que lo gestionan con una serie de normas. Yo les digo que apliquen esas mismas normas a la tecnología, que se lo den a los niños por escrito para que lo tengan claro. La tecnología es como el azúcar, está bien, pero no tiene que exceder unos límites de consumo”. Algunas normas que la psicóloga pone como ejemplo es que los menores usen el móvil siempre y cuando estén en una sala común junto a otros adultos, la existencia de un solo cargador en casa (lo que hace que la gestión del uso del teléfono o tablet sea necesaria) o la prohibición de usar los móviles cuando la familia está sentada en la mesa.
Eso sí, hay que tener en cuenta que este tipo de normas no solo tienen que seguirlas los niños, sino también los adultos (para dar ejemplo).
La solución es conocer a tu hijo/a
Y es que, conocer a tus hijos no solo te permite hacerte una idea sobre qué contenido están viendo en Internet, si son capaces de utilizar la tecnología de manera responsable o si debe haber una preocupación por la imagen que dan de ellos mismos en las redes, sino que, para María Zabala, es importante también el comportamiento que tienen los padres con la tecnología y el ejemplo que dan a los hijos: “no puede haber la misma experiencia de educación digital en una familia en la que los padres utilizan mucha tecnología que en la que no la utilizan. No será ni mejor ni peor, simplemente la experiencia será diferente”.
En definitiva, una buena educación digital pasa por dar a la tecnología la importancia que merece en el entorno familiar. Establecer normas claras y fáciles de seguir por los niños, que regulen el acceso a las mismas, que los padres den ejemplo con todas estas reglas de uso y que, además, sean capaces de conocer a fondo a sus hijos (para actuar como una figura comprensiva y no prohibitiva) es fundamental para ello.