Una de las obligaciones que adquirimos desde el momento en el que nos incorporamos al mundo laboral y recibimos el primer sueldo es la de saber gestionar nuestras finanzas personales.
Puede sonar a tema baladí, pues todos sabemos la importancia de domiciliar una nómina o de no comprar unas deportivas cuando ya tenemos tres en el armario sin usar. Sin embargo, no sería algo inusual encontrarnos con alguien que se haya arruinado por no saber controlar sus gastos. Muchas veces, el principal motivo por el que adquirimos un producto que no necesitamos o contratamos un servicio que acaba actuando en nuestro perjuicio no es otro que el desconocimiento. Cuando se trata de nuestro dinero es fundamental dedicar tiempo a analizar nuestra situación financiera y a organizar nuestros gastos en función de los ingresos. Una buena planificación es importantísima para que nuestras finanzas personales gocen de buena salud.
Analiza tu situación financiera presente y futura
Analizar nuestra situación financiera es el primer paso para poder hacer una buena gestión de nuestras finanzas personales. Un buen análisis incluye una evaluación del patrimonio neto, los ingresos, los gastos y todos aquellos escenarios futuros que supondrán un desembolso de dinero y que son fáciles de predecir.
Debemos plantearnos el análisis como la toma de una fotografía de nuestra economía doméstica. Solo así, una vez hecha, podremos observarla desde la distancia e identificar en qué momento económico estamos. Es decir, cuál es nuestro capital y a dónde nos permite llegar. Al mismo tiempo, con el análisis también podremos ver de manera bastante fiel cuáles son nuestros gastos presentes y cuáles serán nuestras necesidades futuras más predecibles. Dos aspectos esenciales para poder gestionar mejor nuestras finanzas personales.
Para analizar nuestra situación financiera presente debemos detallar todos los aspectos de nuestra vida personal, tales como:
- El número de personas que integran el hogar. Por ejemplo, para nuestras finanzas personales será muy distinto tener hijos que dependan directamente de nosotros o no.
- El número de personas que viven en el hogar y aportan ingresos mensuales. Una familia con dos hijos con trabajo ambos se enfrenta a una situación económica muy distinta a la de una familia igual pero en la que ninguno de los hijos tiene un salario. Si uno de los progenitores está en situación de desempleo, también hará que se gestionen las finanzas de manera distinta a como se haría en caso de que ambos trabajasen.
- El tipo de casa en la que se vive y el régimen en el que se vive allí. Un piso no tiene los mismos gastos que un chalet con piscina, de igual manera que el gasto de alquiler no es el mismo que el de una hipoteca.
- El tiempo que vamos a vivir en la casa actual y con el régimen actual. Si tenemos pensado cambiar de domicilio o quedarnos en el mismo pero como propietarios y no como inquilinos, habrá que organizar nuestro dinero de la manera más adecuada para poder hacer el cambio deseado.
Una vez analizados todos estos aspectos personales, es preciso calcular nuestro patrimonio neto. Es decir, elaborar una lista con todas nuestras posesiones y, a la par, otra lista con nuestras deudas. Si la última supera a la primera, tendremos un patrimonio negativo y será vital empezar a tomar medidas para revertir la situación.
Por último, hay que realizar una serie de consideraciones futuras, sobre todo en lo referente a nuestros gastos. En este momento del análisis es importante incluir todas aquellas situaciones predecibles que, antes o después, nos van a obligar a hacer un desembolso extra de dinero. Entre estos gastos se incluyen desde que el coche o un electrodoméstico se rompan hasta que nuestra pareja se quede en paro o nos jubilemos. Todo es importante para conocer al detalle nuestra situación económica y gestionar con sabiduría las finanzas personales.
Un diario de gastos, tu nuevo mejor amigo
Si quieres aprender a gestionar mejor tus finanzas personales, tendrás que hacer el esfuerzo, al menos durante unos meses, de anotar todo lo que gastas y en qué lo gastas. Es un poco aburrido, pero tómatelo como un diario personal, sólo que de gastos. Esta rutina te servirá para identificar tus hábitos de consumo y para visualizar rápidamente cuáles son los ámbitos o aspectos a los que más dinero dedicas; con este proceder, además, podrás también hacer una comparativa entre tus gastos y tus ingresos.
Cuando tengas identificados tus patrones de consumo, podrás eliminar aquellos gastos que son perfectamente prescindibles en tu día a día de manera fiel a tu realidad y, así no perder calidad de vida cuando recortes. Por ejemplo, si al elaborar tu diario de gastos te das cuenta, tras calcular tu consumo en combustible, que este es elevado, quizás debas buscar otras formas de desplazarte más económica que el coche. Un pequeño gesto con que verás que ahorras una cantidad considerable de dinero. También ayudará a la gestión de tus finanzas personales identificar aquellos bienes que tienes en casa y nunca usas: si los vendes, te harás con un dinero muy valioso. (link a calculadora en el texto en rojo y en negrita)
Fíjate un presupuesto mensual e incluye ahorro
Una manera perfecta de gestionar mejor tus finanzas personales es establecer un presupuesto mensual. Es muy probable que al principio te cueste no sobrepasarlo, pero esto es como el gimnasio o la dieta, con fuerza de voluntad y constancia no tardarás en ajustar todas tus necesidades a ese presupuesto. Además, vivir de acuerdo a un presupuesto es, casi, la única manera de garantizar que podrás hacer frente a un imprevisto sin quedarte sin dinero. Vivir con esa tranquilidad es un punto a favor de tu economía y, sobre todo, de tu salud y bienestar.
Para que el presupuesto mensual sea perfecto y esté completo, debes incluir una partida de ahorro como otro concepto de gasto más. Aprender a ahorrar es fundamental para gozar de una buena salud financiera a largo plazo. Aunque al principio cueste, si incluyes el ahorro como una parte más del presupuesto, no tardarás en hacerlo de manera inconsciente. Si aún así te cuesta, fíjate metas de menor a mayor y ten siempre presente el objetivo de ese fondo de ahorro: un viaje largo, una casa más grande, los estudios de tus hijos o cualquier cosa que te reconforte más que gastar ese dinero en el presente.
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