Tristemente, el año 2020 ha pasado a formar parte de la historia como el año de la gran pandemia y, por ende, ha desplazado al resto de acontecimientos políticos. Al contrario de lo que nos pueda parecer, aún a día de hoy, la agenda política fue especialmente intensa en 2020, en particular durante los últimos compases del año, con unas disputadas elecciones en EE.UU. y la resolución “in extremis” de un agónico Brexit.
Sobre el papel, estimamos que dicha agenda política (en 2021) debería ser a priori más benigna, tranquila y con menos sobresaltos. Sin embargo, el arranque de año parece obcecado en llevarnos la contraria.
Los inicios del nuevo curso político
El nuevo curso político ha comenzado con tintes caóticos, con un asalto al Capitolio, impensable desde ningún prisma racional, y un atropellado aterrizaje del presidente electo Joe Biden a la Casa Blanca, en medio de acusaciones de fraude electoral de la administración Trump. Un 45º presidente de los EE.UU. que pasará a la historia por enfrentarse a dos procesos de “impeachment” y por poner en cuestión la democracia de la principal potencia mundial.
El nuevo curso político incluye también la salida del Reino Unido de la Unión Europea, algo que ya es un hecho. Sin embargo, el año 0 del Brexit también pone encima de la mesa importantes retos, pues debe establecerse una nueva relación con los 27 estados miembros del bloque, más allá del acuerdo marco firmado. No descartamos, además, una mayor tensión política interna en el archipiélago, pues es una realidad que el Brexit y la gestión del COVID-19 están alimentando el independentismo en Escocia e Irlanda del Norte y es necesario una profunda reforma política para evitar que el Reino Unido se convierta en un estado fallido de aquí a unos años.
El nuevo curso político traerá nuevos comicios
El espectro político del Viejo Continente es extraordinariamente amplio, lo que hace que el nuevo curso político tenga otros grandes protagonistas en 2021. Pensamos que más allá incluso de las citas electorales de Portugal, Moldavia y Alemania. No hay más que ver cómo ha arrancado el año, con la dimisión en bloque del gobierno holandés, la profunda crisis de gobierno en Italia con dimisión incluida de su primer ministro Giuseppe Conte, así como las tensiones internas en el gobierno de coalición en España.
El 26 de septiembre es una de las fechas clave en la agenda política de los europeos, ya que tendrán lugar las elecciones federales en Alemania. En esta cita se elegirán los 709 diputados del Bundestag y asistiremos a la despedida de Angela Merkel de la primera línea política tras 16 años como canciller alemana y referente de la política común europea. Se despide así la última mandataria que se enfrentó a la gran crisis financiera del año 2008 y riesgo de ruptura del Euro de 2011. Merkel deja el listón muy alto al frente de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y su sucesor, Armin Laschet, no lo tendrá fácil. En este sentido, el partido de centroderecha ha apostado por la continuidad, eligiendo como nuevo líder a un centrista. Esta circunstancia ha sido vista con buenos ojos no solo en Alemania, sino también desde Europa, en el escenario de probable llegada al poder. Debemos tener muy presente que el mayor programa de ayudas directas y estímulos fiscales desplegados por la Unión Europea de la historia, fue engendrado el pasado año gracias al sólido impulso del eje franco-alemán, frente a las reticencias de los denominados países frugales, antes austericidas, de los estados más acaudalados del norte. No esperamos pasos atrás en los volúmenes comprometidos ni mucho menos, pero un gobierno alemán menos complaciente y más rígido en sus planteamientos podría entorpecer su despliegue.
En línea con lo anterior, la recepción de los fondos del programa Next Generation EU está condicionada a las recomendaciones de Bruselas que, en muchos casos, suponen puntos de dolor en determinados gobiernos sin amplias mayorías parlamentarias o de sesgo populista.
Arranca el nuevo curso político en Estados Unidos
Al otro lado del charco, las miradas de este nuevo curso político se dirigen hacia la nueva administración entrante de la casa Blanca. El demócrata Joe Biden avanza con paso firme en revertir las políticas de su predecesor en materia de lucha climática, al ordenar la vuelta al acuerdo de París, o en el ámbito sanitario al volver a formar parte de la Organización Mundial de la Salud. En lo que a las relaciones comerciales se refiere y al contrario de lo que pudiéramos pensar a priori, parece bastante cómodo con las líneas marcadas por su predecesor. Qué duda cabe que esperamos un tono mucho más cordial y sin los sobresaltos al que nos acostumbró Trump, pero pensamos que el riesgo comercial nos seguirá acompañando y no veremos marcha atrás en las medidas ya implementadas. Muestra de ello es la extensión del decreto proteccionista de Trump de compra de productos estadounidenses firmado el pasado mes de enero. Veremos hasta donde se vuelve a tensar la cuerda entre las principales súper potencias EE.UU-China y EE.UU.-Unión Europea. Es un hecho que las reglas comerciales seguirán actualizándose, con mayor presión de los estados con amplios déficits de balanza por cuenta corriente, como el norteamericano.
Como conclusión, esperamos que la nueva agenda política que arranca este 2021 sea más benigno, en términos generales, aunque no podemos descartar episodios de incertidumbre, especialmente en Europa, donde estamos abonados a convivir con cierto riesgo político.
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