Cuesta empezar estas líneas tratando un tema tan sensible y delicado como es la evolución y expectativas sobre una de las mayores pandemias de la historia contemporánea y que, a la hora de redactar este análisis, seguimos sufriendo de manera intensa.
El COVID 19 ha sido, tristemente, el gran protagonista de 2020 y parece empeñado en acompañarnos en 2021 si solo nos ceñimos a nuestro actual día a día. El goteo de contagios y fallecidos de esta tercera ola que estamos atravesando no cesa y el virus trata de esprintar ante el despliegue de las esperanzadoras vacunas aprobadas. En estos momentos tan duros es cuando no debemos perder la fé en que la eficacia de estas últimas no se encuentra en tela de juicio, y que más tarde o más temprano lograremos doblegar al virus y vencer a esta pandemia.
La espiral de noticias a la que estamos sometidos de manera constante llega a ser agotadora, tanto es así que, aún a día de hoy, sigue condicionando nuestras decisiones personales, empresariales y de inversión a corto y a largo plazo. Nuestro punto de vista es claro en este aspecto y no tenemos dudas de que el 2021 pasará a la historia como el año en el que se consiguió erradicar la pandemia de la COVID 19. Ahora bien, nuestro debate interno gira principalmente en torno a dos factores que aceleraran o retrasaran la inmunidad, y que además se encuentran en constante evolución, como son las vacunas frente a la COVID 19 y las mutaciones de este.
Poco sabíamos de los coronavirus hasta febrero de 2020 y mucho menos su capacidad de mutación a lo largo del tiempo. La sensación de miedo e inseguridad a que mute hacia una variante más infecciosa, como así ha sucedido en Reino Unido, o peor aún, más mortífera, genera una gran incertidumbre. En este sentido podemos afirmar que las vacunas desarrolladas contra la COVID 19 protegen con amplia efectividad, tanto frente al virus como a sus variantes conocidas, como la N501Y Inglesa, y que los países más avanzados en la campaña de vacunación como Israel, arrojan datos preliminares muy esperanzadores, tanto de capacidad de inmunización como de frenazo en la propagación. Adicionalmente, los principales laboratorios también han manifestado que en el hipotético caso de que apareciese una nueva variante de la cepa no cubierta, el proceso de “reprogramación” de las vacunas contra la COVID 19 es relativamente ágil y sencillo. En definitiva, que debemos de estar seguros y confiados en que la pregunta ahora mismo no es el cómo sino el cuándo.
Nuestra hipótesis central frente a la COVID 19 es que a medida que avancemos durante el año seremos más capaces de controlarlo, tal y como ha quedado patente con esta tercera ola, más fuerte que las dos anteriores en su conjunto y en donde no se han resentido tanto los principales sectores económicos, fruto de la curva de aprendizaje sanitaria y adaptación empresarial. La extensión de la vacuna contra la COVID 19 es, sin duda alguna, el cambio de paradigma que veremos este año, donde volveremos a disfrutar de la práctica normalidad.
Frente al flujo negativo de noticias y cierto sensacionalismo, la campaña de vacunación gana velocidad en la gran mayoría de países, y no es baladí que a día de hoy se vacuna a más gente de la que cae contagiada. Estimamos que una mayor aceleración de la vacunación por parte de los estados y una mayor oferta de vacunas contra la COVID 19 permitirán ganar tracción al proceso, lo que nos debería permitir despedir la primavera en una situación de clara reducción de las medidas de distanciamiento social y normalización de los sectores íntimamente ligados con la contención de la pandemia. Ya en los meses estivales, disfrutaremos de una paulatina vuelta a la normalidad, apalancándonos adicionalmente en la menor capacidad de contagio del virus, fruto de las mayores temperaturas tal y como sucedió en el pasado verano de 2020.
En el ámbito puramente de actividad económica, una amplia mayoría de los sectores han sido capaces de adaptar sus modelos productivos y un buen ejemplo de ello es el sector industrial, que vive uno de sus momentos más dulces de los últimos años, junto al sector tecnológico, claramente ganador con los confinamientos. En el otro lado de la moneda, los sectores que más están sufriendo las medidas de contención seguirán resintiéndose durante la primera parte del año y continuará siendo vital el apoyo de las instituciones para mantenerlos vivos y aletargados, preparados para una rápida reactivación y evitar así que se destruya tejido productivo. Adicionalmente, la incipiente inversión privada se acelerará a medida que la normalización gane visibilidad, lo que permitirá incrementar la recuperación en términos agregados.
En definitiva y tal como nos dice el refrán, que los árboles no nos impidan ver el bosque, pues por nuestra parte no tenemos ninguna duda de que la situación sanitaria y económica irán de la mano, mejorando paulatinamente durante el año. Mientras y como de costumbre, los mercados financieros serán los alumnos aventajados en anticipar la ansiada vuelta a la normalidad.
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