La llegada de la vacuna contra la COVID-19, a finales del pasado año, ha permitido un giro de 180 grados en el escenario económico que esperamos para 2021, que será sin duda muy diferente al que tuvimos en el año de la pandemia.
A pesar de los riesgos pandémicos de corto plazo y el titánico esfuerzo de vacunación que tenemos por delante en la primera mitad del año, los descomunales estímulos fiscales y monetarios, y la progresiva vuelva a la normalidad tras la inmunización de buena parte de la población mundial (la conocida como inmunidad de rebaño), permitirán una vigorosa recuperación económica en prácticamente todos los rincones del mundo, que crecerá a una tasa del 5,3% en 2021.
Escenario económico en Europa
En el Viejo Continente, los riesgos que plantea el escenario económico de corto plazo son relevantes: la agresividad de la tercera ola, junto con la extensión de las nuevas cepas del virus, están obligando a muchos gobiernos a extender o intensificar las restricciones, con lo que esperamos un débil arranque de año en lo que a actividad económica se refiere.
No obstante, es muy importante destacar que las dificultades en los próximos meses no ponen en peligro ese escenario económico de progresiva recuperación que esperamos en la región, que irá de menos a más conforme avance el año. En efecto, aunque es ahora bastante probable que muchos países europeos vuelvan a experimentar una recesión técnica (dos trimestres consecutivos de contracción del PIB, en el cuarto trimestre de 2020 y el primero de 2021), esperamos un crecimiento del PIB de la eurozona del 4,1% en 2021, que se acelerará hasta niveles del 4,4% en 2022, que es el año en el que estimamos la total vuelta a la normalidad. El despliegue del programa Next Generation UE será clave para poder apuntalar la recuperación económica en 2021.
Escenario económico en EEUU
Escenario económico en China
¿Que influirá más en el nuevo escenario económico global?
En lo que a la inflación se refiere, muchos analistas esperan que salgamos de la crisis sanitaria con tasas de inflación más elevadas. Justifican sus pronósticos en diversos factores, pero el principal es que en la crisis actual, el foco no estará en la austeridad y se llevarán a cabo políticas fiscales expansivas, conjuntamente con los estímulos monetarios. El mundo experimentará el mayor déficit fiscal de su historia en tiempos de paz. Por otra parte, el estímulo se dirigirá a las capas más vulnerables de la población, que tienen una alta propensión al consumo. Es impensable que estas ayudas, recibidas por las familias con una situación de necesidad grave, sean destinadas al ahorro. También hay factores financieros detrás de la expectativa de mayores precios futuros: la expansión monetaria de la Gran Crisis Financiera vino de la mano de una mayor regulación bancaria, mientras que ahora se están flexibilizando los requisitos de capital a la banca y el sistema financiero tendrá una menor presión regulatoria, para permitir una mayor expansión del crédito en la economía. Por último, un posible freno en el proceso de globalización, derivado de la pandemia de COVID-19 y de la creciente preocupación de las sociedades por no tener industrias manufactureras propias, también podría crear presiones inflacionistas.
En cualquier caso, aunque algunos de estos factores contribuirán sin duda a generar tensiones futuras en los precios, no las esperamos para el año 2021. En efecto, aunque sí es posible esperar una cierta normalización en los niveles de IPC a ambos lados del Atlántico, no parece probable que se den las condiciones para un significativo repunte de las tasas de inflación que ponga en peligro los objetivos de las autoridades monetarias. Los bancos centrales más importantes del mundo insisten en reflejar un escenario económico de precios muy contenidos, todavía muy alejados de sus objetivos.
En este sentido, una recuperación modesta en las tasas de inflación mundiales también serían bienvenidas. Todo lo que sea alejarnos de un entorno deflacionista en un mundo tremendamente endeudado, debe considerarse una buena noticia. Además, unas tasas de inflación moderadas contribuyen a apuntalar los beneficios empresariales, lo que da soporte adicional a los mercados de renta variable. Por otra parte, el cambio de estrategia de la Reserva Federal respecto a su política sobre la inflación, a la que podrían sumarse otros bancos centrales del mundo, asegura que se tolerarán niveles de precios por encima de los objetivos de las autoridades monetarias durante algún tiempo, sin comprometer los actuales estímulos, que contribuirán a evitar tensiones financieras y a apuntalar la recuperación económica que esperamos en 2021.
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