Eva Millet

Periodista y escritora 

"La educación también es carácter: hay que dejar que los hijos hagan cosas por sí mismos"

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Como padres nuestra misión es proteger a nuestros hijos y ayudarles a que crezcan como personas. Pero hoy se ha confundido esa protección natural que implica el ejercicio de la paternidad, el sentido inclusivo del término, con una hiperprotección. A los padres se les está haciendo creer que para ser buenos padres los niños no tienen que experimentar un malestar, no tienen que sufrir una contradicción, no tienen que tolerar la frustración y que ser un buen padre implica casi ejercer de guardaespaldas del hijo. El hijo se convierte en un ser intocable.

Educar es dejar ir, es darle herramientas a tus hijos para que ellos vayan espabilando, vayan creciendo y vayan adquiriendo autonomía. Si tú estás todo el día detrás del niño protegiéndolo de todo lo que le puede pasar no solo le creas una ansiedad, también le estás incapacitando. Le estas quitando una de las herramientas básicas de la vida que es la adquisición de autonomía. Entonces, sobreproteger es desproteger.

Siempre hemos de estar pendientes de los hijos, pero no intervenir a la primera de cambio. Si tu hijo se cae en el parque no corras como Usain Bolt a rescatarlo porque vas a conseguir que el niño no va a ser capaz de levantarse por él mismo. Nuestra tarea es observar, estar pendientes, pero ver también cómo ellos se desenvuelven en la vida.

La baja tolerancia a la frustración es una de las características de los hiperniños. Los hiperniños son el producto de esta hiperpaternidad, que es este estilo de crianza en boga en occidente, que es típico de las clases medias-altas y que implica una hiperatención, una hiperprotección y una sobrepreocupación por el hijo. Es una crianza casi se podría decir, monstruosamente intensiva. El fruto de esta hiperpaternidad es el hiperniño y una de sus características es la baja tolerancia a la frustración.

"Se habla de la baja tolerancia a la frustración como si fuera una enfermedad crónica, pero hay que aprender a gestionarla".

Parece que para que el niño gestione sus emociones y tenga mucha autoestima de lo que se trata es de decirle que él es maravilloso y nunca decirle que no. Pero entonces no estás haciendo un niño con autoestima, estás haciendo un niño que es un narcisista. Una buena gestión de emociones quiere decir conocer tú tus emociones, positivas y negativas, pero también las de los otros. Otra herramienta para tolerar la frustración: dar alternativas.

Los niños tienen que jugar y este modelo de hiperpaternidad está llenando a los niños de tardes cargadas de extraescolares, todo programado, todo estructurado… Este modelo hiper se está cargando el tiempo para jugar de los niños, que es un derecho reconocido por las Naciones Unidas y que cualquier pedagogo con dos dedos de frente te dice que es la esencia de la infancia. Y en el juego, ese juego libre, sin estructurar, solo o acompañado no solo aprendemos a trabajar en equipo, a ser creativos, sino que también aprendemos a tolerar la frustración.

La educación es también el carácter. Necesitas educar el carácter para tener unas herramientas para implementar esos conocimientos. Educar a nuestros hijos en la valentía. Hoy hay muchos miedos entre los niños, porque esta sobreprotección no les ayuda, los padres no quieren ayudarles a enfrentarse a estos miedos. Hay que educar la valentía, la empatía, la resiliencia y hay que empezar a dejar que los hijos hagan cosas por ellos mismos. No grandes cosas, sino cosas pequeñitas. Que se carguen ellos su mochila.

Una atención excesiva a los hijos es hacer cosas por sistema con ellos, que ellos están capacitados para hacer. Y el mejor ejemplo que pongo son los deberes. Hoy se ha normalizado hacer los deberes con los hijos, es un signo de buen progenitor. De hecho, incluso se habla de que ha sustituido a la comida familiar, el momento familiar de ponerte a hacer los deberes con los niños, pero también se están haciendo los deberes por los hijos.

Los límites no es decirle al niño: “No, no, no”, todo el día. Un límite sería decirle a un adolescente que el móvil fuera de la habitación a la hora de irse a dormir porque los móviles en los cuartos son bombas de relojería, ¿no? Y también, los límites son una buenísima herramienta para educar la tolerancia a la frustración.

Biografía

Periodista y escritora especializada en educación y crianza. Autora de los libros “Hiperpaternidad” e “Hiperniños”. Advierte de la sobreprotección extrema, que está creando una generación de jóvenes ansiosos, dependientes y con baja tolerancia a la frustración, y ofrece recetas para combatir este fenómeno. Por ejemplo, confiar en los hijos o educar el carácter.