Matthieu Ricard

Escritor y monje budista

“Tenemos que atrevernos a ser altruistas, enseñar a serlo, fomentar el altruismo”

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Nadie se despierta por la mañana y piensa: «voy a sufrir todo el día y, si es posible, toda la vida”. Aunque seamos conscientes, o si no lo somos, “intentamos evitar el sufrimiento” y, en su lugar, “buscamos la realización, la satisfacción, una vida plena”. Para ello, y en base a la basta experiencia que componen los “muchos años que he estado escuchando a hombres y mujeres sabias”, en los que también se ha “relacionado con científicos y demás”, ha llegado a la conclusión de que “entre todas las cualidades humanas fundamentales que, en conjunto, contribuyen a la felicidad del ser humano, la más importante es tener una mente bondadosa”. Es decir, “desear el bien a los demás, en la medida de nuestras posibilidades”.

Si pensamos en los principales retos del siglo XXI, y lo vemos con un ejemplo, podemos ver casi a diario “un diálogo esquizofrénico entre científicos con políticos o inversores”. Los primeros, en su rama más medioambiental, “saben qué hacer, pero nadie les escucha, así que acaban deprimidos”. Esto muestra que “el gran reto de la humanidad es reconciliar nuestras aspiraciones y necesidades en una escala de tres tiempos”. El primero es el “corto plazo”, en el que nos preocupa el cómo voy a dar de comer a mis hijos mañana o, si soy un inversor, los beneficios mensuales o anuales. 

En segundo, “el medio plazo”, el cual hace referencia a “una generación, una vida entera, una carrera o una familia”. En este caso, “nuestra aspiración natural es prosperar en la vida”. En tercero, y último: “el largo plazo”, nuevo para la humanidad “porque hace diez mil años éramos cinco millones de personas en la Tierra y no había mayor problema, ya que la resiliencia de esta reparaba casi todo el daño causado”. Ahora somos “siete mil millones, nuestro poder se ha multiplicado por un millón y somos el mayor actor de cambio del planeta y del destino de las generaciones futuras” lo que hace que tengamos “una gran responsabilidad”. Podemos hacerlo. Es posible “trabajar juntos, sentarnos todos a una mesa: la gente que se encarga de la vida cotidiana, los legisladores que se encargan del medio plazo y los científicos que se ocupan del largo plazo”. Necesitamos un concepto común “para trabajar juntos y construir un futuro mejor. Con egoísmo, no se logrará”.

“El gran reto de la humanidad es reconciliar nuestras aspiraciones y necesidades en una escala de tres tiempos”

“Sorprende la tendencia Groucho Marx”. Este dijo: “¿Por qué debería preocuparme por las generaciones futuras? ¿Qué han hecho ellos por mí?”. Lo peor es cuando eso, como nos cuenta nuestro invitado, se le escucha decir “a un multimillonario estadounidense y en serio. Comentó: “¿Por qué voy a preocuparme por algo que pasará dentro de cien años, como el crecimiento de los océanos?”. Para él, “eso es el máximo egoísmo”. Lo único que funcionará “es ser más considerados con los demás”. Si lo hacemos hacerlo, a corto plazo, “creamos una economía solidaria, una economía al servicio de la sociedad, y no una sociedad al servicio de la economía”. Para el medio plazo “hay que buscar aumentar la felicidad nacional, el bienestar. Se debe poner este bienestar de los ciudadanos como prioridad. Es algo muy evidente a lo que debemos aspirar”. Por último, en el largo plazo, “cuidaremos de las generaciones futuras”. Si no lo hacemos “seríamos unos traidores, como dijo Greta Thunberg en la cumbre de la ONU”.

El altruismo, o la benevolencia, “no son meras ideas utópicas, casi irreales”. Al contrario. Son “el único concepto y el más pragmático para construir un mundo mejor”. Por ello, “mi consejo principal para la gente joven es que el altruismo es poderoso. Tenemos que atrevernos a ser altruistas, enseñar a serlo, fomentar el altruismo”, lo que incluye “la cooperación, en detrimento de la competencia temeraria, y todo lo que haga que la vida sea mejor”.

Biografía

El escritor y monje budista Matthieu Ricard es considerado uno de los pensadores más influyentes de nuestro tiempo y “el hombre más feliz del planeta”. Después de doctorarse en Biología Molecular, de la mano del Premio Nobel de Medicina, François Jacob, Ricard abandonó la carrera científica y se trasladó a los Himalayas para estudiar con los grandes maestros tibetanos. Hoy desarrolla su investigación humanista y neurocientífica en el Mind and Life Institute, co-fundado por el Dalai Lama, de quien ha sido intérprete durante décadas.