El ser humano es sociable por naturaleza. Vive y convive en contacto con otras personas. Fruto de esta comunicación entre semejantes, surgen realidades y experiencias que suponen mucho más que la suma de cada una de las partes. Así pues, ahora el intercambio se halla en el centro de la vida.
Los avances continuos en nuevas tecnologías y telecomunicaciones hacen posible el fenómeno de la globalización. Hoy, incluso desde los rincones más remotos del planeta, y casi en cualquier lengua o idioma, se producen a diario millones de intercambios de ideas, bienes y dinero. ¿Y cómo se generan todas estas interconexiones a escala global? Antes de adentrarse en ello, es necesario precisar a qué alude exactamente el término intercambio.
¿Qué es un intercambio? ¿En qué consiste?
En pocas palabras, un intercambio consiste en la acción de dar una cosa a alguien recibiendo algo a cambio. De esta forma, a través de sucesivos intercambios las personas consiguen aquellos objetos que desean. Para lograrlo, han de proponer al otro una contraprestación. Y es que los intercambios implican un acuerdo entre dos o más individuos. Asimismo, todos los participantes en un intercambio deben expresar su conformidad con la operación.
Como se observa en la definición previa, las personas intentan alcanzar un beneficio mediante el uso de intercambios. Sin embargo, la naturaleza de dicho beneficio puede variar, de igual modo que existen numerosos tipos de intercambios. Como hemos mencionado previamente, existe el intercambio de bienes o el intercambio de ideas, cada uno con unas características propias. Aunque son los intercambios económicos, aquellos en que interviene el dinero, los que suelen acaparar una mayor atención. ¿Por qué sucede así? ¿Y qué caracteriza a esta modalidad de intercambios?
¿Cuáles son las características de las relaciones de intercambio económico?
En la antigüedad, antes de la aparición del dinero, se practicaba el trueque. Con él, los hombres intercambiaban bienes. Si, por ejemplo, tu dedicación era el cultivo de la tierra, cedías a otra persona parte de lo cosechado a cambio de que esta te entregara su carne, pescado o sus telas, las cuales tú no podías cazar, pescar ni elaborar debido a las largas jornadas de trabajo en el campo. Gracias al trueque, recibías productos con los que subsistir mientras que, al mismo tiempo, ayudabas a otros suministrándoles con aquello que mejor hacías. Pero, ¿y si en el instante del intercambio tu cosecha todavía no había dado frutos? ¿El trueque te quedaba vedado por no poseer materias que intercambiar?
La creación del dinero, motor del intercambio económico, puso remedio a este problema, puesto que hablar de dinero implica la aceptación por parte de la sociedad de una forma de pago universal para el valor de los diversos bienes y servicios. A lo largo de la historia, la sal o el oro han sido dos de los elementos empleados como método de pago. En la actualidad, el papel moneda ocupa ese lugar. Por ello, los intercambios económicos, ya se realicen en efectivo, con tarjetas bancarias, talones, cheques o a través de la compraventa de valores y activos en bolsa, encuentran su punto de unión en que todos se ejecutan utilizando alguna de las distintas divisas o monedas (dólar norteamericano, euro, yen japonés, libra esterlina…) en curso legal.
No obstante, algo tan sencillo como comprar el pan es un intercambio económico. Por supuesto, también las grandes operaciones bursátiles conllevan intercambio económico. Es a causa de esto, de la enorme presencia e influencia que tiene dinero en la vida de las personas, que va desde los aspectos pequeños y cotidianos hasta las decisiones más importantes, que el económico parece ser el único tipo de intercambio posible. No pierdas de vista que el dinero resulta necesario para casi todo: adquirir alimentos, medicamentos, ropa, poder viajar y otras mil actividades. Pero no es la única modalidad de intercambio que existe, ¿conoces otras? ¡Sigue leyendo y descúbrelas!