Invertir en sostenibilidad para luchar contra el cambio climático
Iniciamos el viaje de la mano de Eduard Rubin. Junto a él, y con el objetivo de ser conscientes de la importancia que tiene el invertir en sostenibilidad, nos detenemos en un concepto estrechamente ligado a ella: el cambio climático. Sabedores de su existencia, entendemos su gravedad tras conocer el dato que nos desvela Rubin: la temperatura ha crecido un grado si la comparamos con la que había 150 años atrás. ¿Lo peor? No se esperan cambios en nuestras actuales costumbres, más en las relacionadas con el vertido de gases de efecto invernadero, principal causante de este fenómeno tan negativo para el planeta.
Lo muestran los datos: el consumo de energías fósiles, aun con los avances realizados en la última década y la mayor presencia de energías renovables, es de un 80-85% del total. Un porcentaje elevado que debe rebajarse, más sabiendo que su uso genera unas emisiones que, en base a las cantidades obtenidas, son las más altas de los últimos 800.000 años. Así, el objetivo, como nos comenta Rubin, es llegar en 20-30 años a la llamada huella de carbono cero, la cual consiste en que no enviemos a la atmósfera más gases de los que podamos eliminar.
¿Quieres saber más sobre el cambio climático, su efecto y cómo podemos revertirlo? Visualiza la entrevista íntegra con Eduard Rubin.
Invertir en sostenibilidad: presente y futuro
Invertir en sostenibilidad, como bien nos presenta Belén García-Moya, Directora de Asesoramiento y Alto Patrimonios de BBVA, es una gran oportunidad. El inversor opta por ella, como también nos explica, no solo con el objetivo de obtener una rentabilidad financiera, sino también por el impacto social, medioambiental y de buen gobierno corporativo que estas permiten. De su mano logra, en definitiva, alinear sus intereses financieros con sus convicciones personales y valores. Los mismos que ya se encuentran reflejados en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (cuya consecución está fijada en 2030), los cuales van a generar, una vez llegue dicho año, una transformación de enorme calado en el marco económico, medioambiental y social del planeta.
Sin embargo, para alcanzar dicha meta, serán necesarias ingentes cantidades de inversión, tanto pública como privada. Algo que ya entienden muchas empresas, aunque no todas. Estas últimas, las cuales se quedan al margen de estos criterios sostenibles, cuentan con una mayor probabilidad de verse afectadas en lo reputacional, además de sufrir problemas financieros o recibir multas. En definitiva, y como añade Belén, quedarán fuera para aquellos que deseen, y estén decididos, a invertir en sostenibilidad.
Por su parte, Ana Claver, Country Manager de Robeco, nos indica que, en base a su experiencia, la progresiva concienciación ciudadana, y del inversor, ha hecho que este nicho de negocio que es el invertir en sostenibilidad sea hoy una corriente de mercado. Coinciden ambas en que, de su mano, se busca proteger los activos económicos, sociales y medioambientales, tratando de lograr una economía saludable que de unos resultados financieros óptimos para todos.
Para Robeco, invertir en sostenibilidad se divide en 3 etapas (evolutivas, aunque puede darse el caso de que tengan lugar en el mismo momento temporal):
- Exclusión: es el paso más básico en las carteras de inversión, y consiste en dejar a un lado aquellas compañías o sectores que sean controvertidos.
- Integración (sostenible): tener en cuenta esos criterios extra-financieros (comentados previamente por Belén García-Moya) para, a posteriori, incluirlos dentro del análisis financiero que realicemos.
- Inversión de impacto: sería la evolución de esta inversión sostenible a otra que persiga un beneficio económico y, además, uno social y medioambiental.
En definitiva, añade Belen García-Moya, la inversión sostenible ya no es solo una historia bonita de contar, sino que es algo que, ineludiblemente, tendremos que tener en nuestras cartera de inversión. Más al demostrarse, con estudios académicos, que invertir en sostenibilidad no está reñido con la obtención de rentabilidad. De hecho, existe una relación positiva entre sus resultados financieros ajustado a riesgo, es decir, tienen mejor comportamiento las inversiones en las que utilizamos estos criterios ISG en la selección de compañías.
Invertir en sostenibilidad: creciendo sin prisa pero sin pausa
Se está produciendo un ‘boom’ a la hora de invertir en sostenibilidad. Lo muestran los datos, los cuales reflejan que ⅖ de las inversiones mundiales ya tienen referencia a criterios ISG. Hay unos 30 billones de euros invertidos con criterios sostenibles en la industria de gestión de activos, ocupando Europa el primer lugar, seguido de Estados Unidos.
Un crecimiento que viene respaldado, entre otras cosas, por toda la regulación europea. Hay que destacar el gran impulso que está ejerciendo el Plan de Acción de la UE para el desarrollo sostenible. También, con la pandemia del COVID-19, los criterios ISG están ‘de moda’, son más atractivos, sobre todo el factor social. En los meses de peores datos, por ejemplo, aparecieron compañías que desarrollaron nuevas líneas de producción de material sanitario, el cual donaron, ayudando a hospitales y enfermos en ese momento. Un hecho que también se ve en muchas empresas, las cuales están trabajando más lo ‘social’, mediante la implantación del teletrabajo, la flexibilidad laboral, la conectividad, etc., algo muy necesario para la inclusión y para la diversidad.
Inversión en sostenibilidad: ¿cuál es su comportamiento actual?
En general, el comportamiento de todas las inversiones temáticas, relativas a las 4 principales megatendencias, suponen una alternativa a los riesgos cíclicos de las más clásicas, al basarse en un crecimiento estructural a largo plazo con independencia del momento del ciclo en el que nos encontremos. Esto significa que muestran más resiliencia frente a la volatilidad, ya que carecen de las restricciones de los benchmark tradicionales (no están invirtiendo en un sector o en un área geográfica concreta), teniendo así más oportunidad de capturar fuentes de rentabilidad (o alfas).
Concretamente, el invertir en sostenibilidad, si miramos el índice mundial de sostenibilidad (ISR) y lo comparamos con su homólogo (LMSI) en periodos de 1, 3 y 5 años, se encuentra en mejores condiciones. Y si nos vamos a los peores momentos del mercado, con caídas muy abruptas en febrero o marzo, las compañías con altas calificaciones ISG se comportaron mejor que aquellas con peores marcas.
Invertir en sostenibilidad: tendencias de cara al futuro
Para Robeco, son 4 las ‘subtendencias’ que hemos de valorar de cara a los próximos años en materia de sostenibilidad:
- Regulación: esta crisis del 2020 ha llevado a los gobiernos a estar más presentes. Han desarrollado políticas sociales y medioambientales que, tal y como ha comentado Belén García-Moya, deben ser la base del desarrollo económico. El ejemplo lo da la Unión Europea, la cual ha donado 750 millones de euros para transformar Europa, y ser un continente con cero emisiones en 2050, con diversos proyectos.
- Transporte limpio: los expertos apuntan que nuestra forma de movernos cada día es una de las principales causas del cambio climático. Por ello, habrá un proyecto (y un dinero) destinado a fomentar el uso del coche eléctrico, de los trenes de alta velocidad o, también, que en lugar de tener que coger un avión utilicemos las videoconferencias para reunirnos. Cambios con los que haremos que el transporte sea más eficiente, contamine menos y, de esta forma, se reduzca nuestro impacto en este cambio climático.
- Reubicación de la producción: la pandemia ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de la conexión entre la fábrica y el punto de venta, los cuales han estado desabastecidos, en muchos casos, durante la pandemia. ¿El motivo? La primera, creadora del producto, estaba lejos, en otros continentes. Así, lo que veremos con el tiempo será que empiezan a diversificarse los suministradores, lo que hará que ese punto de venta y ese punto de fábrica vayan un poco más de la mano.
- Mejoras en lo que concierne a la salud: cada día habrá más avances al respecto, sobre todo en lo referente a la tecnología: nuevos tratamientos, test rápidos, higiene, etc. Por lo tanto, desde Robeco coinciden con Eduard Rubin en que ambas disciplinas (tecnología y sostenibilidad) tienen que ir de la mano irremediablemente.