Si por un momento levantas la vista y miras a tu alrededor, ahí lo encontrarás: es el plástico. Estés en casa, en el trabajo, de paseo por la calle o comprando en tu supermercado de confianza, hoy en día siempre habrá algo de plástico cerca de ti. Resulta inevitable, porque este material ha tardado apenas un siglo (fue descubierto en 1910) en llegar hasta el último rincón de la Tierra.
Barato, resistente y duradero. Son tres de las características que han convertido al plástico en universal. Por enumerar varios ejemplos domésticos, actualmente en las viviendas hay menaje, mesas, sillas, armarios y estanterías de plástico. En estos momentos, resulta prácticamente imposible dar con algún objeto que no tenga una porción, por mínima que sea, de plástico en su fabricación.
Sin embargo, la proliferación excesiva del plástico de un solo uso, principalmente las bolsas, cubiertos o envases, daña el medio ambiente y supone un riesgo para la sostenibilidad del planeta. Y es que el plástico convencional, compuesto a base de elementos provenientes del petróleo, es un material no biodegradable y muy complicado de reciclar, que se acumula en la naturaleza y pone en peligro la supervivencia de fauna y flora. Por eso, de un tiempo a esta parte, ha adquirido relevancia la aparición de una modalidad de plástico que se degrada con mayor facilidad: el bioplástico. Uno de sus usos más extendidos es la fabricación de las denominadas bolsas biodegradables, ¿sabes qué las caracteriza?
Características de las bolsas biodegradables
Las bolsas biodegradables se elaboran a partir de plásticos que son susceptibles de descomponerse de forma rápida cuando entran en contacto, bajo determinadas circunstancias de oxígeno, luz, temperatura y humedad, con microorganismos biológicos presentes en el medio ambiente, como bacterias, hongos, protozoos y algas.
A diferencia de los derivados del petróleo que se emplean para fabricar las bolsas de plástico convencional, suelen contar en su composición con metales pesados (como el plomo o el cadmio), las bolsas biodegradables se confeccionan mediante bioplástico, material que puede obtenerse con el tratamiento de elementos naturales renovables como el trigo, los plátanos, el almidón de patata, el aceite de soja, el caucho de origen vegetal, la yuca y la pulpa de madera (base de la celulosa), entre otros. Esto supone que, mientras que una bolsa tradicional tarda cientos de años en descomponerse, las bolsas biodegradables comienzan a desaparecer y reintegrarse dentro del ecosistema a los 18 meses.
En su estructura interna, todos los plásticos se construyen a través de polímeros, gigantescas cadenas de moléculas. Cuanto más fuerte es la unión que se establece entre estas largas cadenas, menos sencillo resulta que el plástico inicie su degradación. A este respecto, los bioplásticos poseen unas uniones tan débiles que las cadenas ceden y se rompen al verse afectadas por los procesos metabólicos que realizan ciertos microorganismos, como los hongos y las bacterias.
¿En qué consiste el plástico biodegradable o bioplástico?
Por definición, material biodegradable es aquel que posee la capacidad de reintroducirse en el ciclo de la naturaleza a consecuencia de los efectos que sobre él producen los diferentes agentes microscópicos vivos que pueblan el medio ambiente. Ya se ha indicado con anterioridad que el plástico biodegradable, o bioplástico, desaparece con rapidez (no tarda siglos como el plástico convencional, sino tan solo pocos años) cuando es sometido a la acción de esos microorganismos que se alimentan de él y lo incorporan de nuevo al ecosistema, transformando esta sustancia en un abono orgánico muy rico en nutrientes (sales minerales, agua y diversos bioelementos) para el suelo.
No obstante, dos son los tipos de biodegradación posibles:
- Biodegradación aeróbica: como su nombre apunta, este tipo de biodegradación sucede al aire libre, en presencia de oxígeno. En el caso de los bioplásticos, se trata del proceso de descomposición previamente explicado, a través del cual este material retorna al ciclo natural.
- Biodegradación anaeróbica: por el contrario, la biodegradación anaeróbica se desarrolla en circunstancias marcadas por la ausencia de oxígeno. Este proceso genera biogás, principalmente en forma de metano, uno de los gases de efecto invernadero que son causantes del calentamiento global y del cambio climático que sufre el planeta.
Con total seguridad, la irrupción de las bolsas de plástico biodegradable, como consecuencia de que requieren menos tiempo para degradarse y desaparecer que las bolsas de plástico convencionales, supone un avance significativo en los esfuerzos por disminuir la cantidad de residuos y desechos que crea la actividad humana. Una forma también de que la sociedad pueda comenzar a desarrollar una relación más ética y respetuosa con la naturaleza, basada en hábitos de consumo sostenible y no perjudiciales con el medio ambiente.
Sin embargo, hoy en día se sigue investigando cómo facilitar y agilizar aún más la manera en que las bolsas de plástico biodegradable se desintegran y regresan al suelo. Y es que, pese a que estas bolsas representan un gran paso hacia delante en sostenibilidad si son comparadas con sus predecesoras fabricadas empleando derivados del petróleo, el bioplástico, cuando se halla en medio acuoso, todavía precisa de unas condiciones de descomposición (temperatura, proporción de oxígeno, etc.) muy específicas que rara vez coinciden con los parámetros habituales que se registran en los mares, lagos y ríos. Además, la cualidad ‘biodegradable’ de estos plásticos impide que, a la hora de reciclarlos, puedan estar mezclados con el plástico convencional, algo que obliga a diseñar e implementar una nueva línea de reciclaje.
Si has de usar una bolsa, que sea biodegradable
Consumir de manera más eficiente y sin generar tantos recursos es una responsabilidad de toda la sociedad. La suma de miles de pequeños gestos puede transformarse en un gran cambio. De esta manera ocurre con las bolsas que empleas para cargar tus compras: siempre que renuncias a las bolsas de plásticos elaboradas mediante sustancias derivadas del petróleo y las sustituyes por bolsas ecológicas de plástico biodegradable, estás dando pasos hacia un futuro sostenible.
Reducir el uso de plásticos convencionales lo máximo posible es uno de los objetivos de la ecología. Por ello, aparte de escoger bolsas de plástico biodegradable para tus recados cotidianos, plantéate también la posibilidad de utilizar bolsas hechas con cartón reciclado o a partir de tejidos naturales. Utilizando estas últimas, en concreto, no contribuyes únicamente al cuidado del planeta, sino que obtienes un ahorro económico, ya que las bolsas elaboradas a través de tela gozan de una vida útil o durabilidad infinitamente superior, lo que te permite reutilizarlas numerosas veces.
Asimismo, entre las ventajas de las bolsas biodegradables ecológicas confeccionadas con tejidos naturales destacan, por un lado, lo cómodas y multifuncionales que son y, por otro, que en el mercado dispones de un abanico casi infinito de diseños y colores. También resultan más higiénicas que las de plástico convencional y, por supuesto, ayudan a concienciar a los demás de la importancia de practicar la sostenibilidad a diario.
El mejor residuo es aquel que no se genera
Comprometido con la preservación del medio ambiente y el desarrollo de hábitos de consumo sostenible, BBVA emprende múltiples actuaciones a escala mundial para poder ir rebajando y finalmente hacer desaparecer los plásticos convencionales de sus instalaciones.
Así, la entidad está llevando a cabo, en colaboración con Sodexo, la iniciativa ‘BBVA sin plásticos’. Esta acción trata de eliminar la mayor parte del plástico presente en la Ciudad BBVA, sede del banco en España, al tiempo que también se procede al reemplazo de los cubiertos, recipientes y envoltorios de un solo uso e imposibles de reciclar por otros fabricados con materiales biodegradables, respetuosos con el ecosistema.