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¿Qué es una startup?
Una startup es una empresa, de reciente creación, con un gran potencial de crecimiento y que utiliza, para conseguirlo, herramientas con base tecnológica y de comunicación (conocidas como TIC's).
¿Qué características son las que definen a una startup?
En primer lugar, el punto de partida de una startup es una idea innovadora (que puede ser ‘de nueva creación’ o la “actualización” de una ya existente). En segundo lugar, y como ya se comenta en la definición de startup, se “sustentan” en las tecnologías de la información y la comunicación (básicas en su creación y, posteriormente, en su desarrollo y su funcionamiento).
En tercer lugar, una startup tiene que crecer y expandirse y, a diferencia de una empresa tradicional, hacerlo rápidamente (en los territorios y mercados en los que opera). Eso no le impide, en cuarto lugar, ser flexible, o lo que es lo mismo, ser capaz de adaptar su modelo de negocio (y, con él, su metodología y sus objetivos) a los nuevos “requerimientos” del cliente. Y es que, a fin de cuentas, uno de los objetivos de las startups es resolver un problema que exista en el mercado.
Por último, y no menos importante, con la creación de una startup se asume un mayor riesgo, si lo comparamos con una empresa tradicional, ya que las probabilidades de éxito se reducen considerablemente. Eso sí, hay que tener en cuenta que los costes de este tipo de empresas, inicialmente al menos, son menores (lo que se contrapone con unos posibles ingresos que, en muchos casos, son superiores a estos gastos).
¿Cómo crear una startup?
Primeramente, se han de dar los siguiente pasos (al crear una startup):
Identificar un problema
Antes de ‘adentrarse” a fondo en la creación de la startup, hay que “encontrar” esa necesidad que no está satisfecha (da igual si es pequeña o grande) y verificar que es real y, sobre todo, que impacta, significativamente, en la vida de las personas (o en el ‘día a día’ de la industria).
Realizar un estudio de mercado
Lo siguiente, con la idea de negocio ya clara, es realizar un análisis del mercado (de los clientes, de la competencia, etc.). Este ayuda, primero, a certificar que se “va por el buen camino” (es decir, a confirmar que hay una oportunidad y que es viable) y, segundo, a establecer los objetivos que tiene la startup.
Elaborar un plan de negocio
Con la información en la mano, se procede a desarrollar el plan de negocio. En él, y con detalle, se incluye, primeramente, la idea, a la que sigue un análisis financiero (que refleje si, económicamente, es viable y si, a futuro, será rentable) y, como no, una estrategia de marketing (que ayude a “venderla”). También es importante que se incorporen, investigación mediante, los competidores y, sobre todo, las acciones que se van a realizar para “hacerles frente” (y conseguir un hueco en el mercado).
Reunir al equipo
El siguiente paso, al crear una startup, es conformar el equipo que va a trabajar en ella. Es fundamental que, además de sus cualidades, se elija a personas que comulguen con la visión de la marca y que, además, muestren esa pasión por ella y se comprometan a hacer lo necesario para alcanzar las metas que se establezcan.
Conseguir la financiación
Para conformar ese ‘equipo’, y avanzar en la creación y puesta en marcha de la startup, se necesita financiación. En el caso de las startups, lo habitual es que proceda de los llamados ‘business angels’ o, en su lugar, de otros inversores privados (como, por ejemplo, los fondos de capital riesgo).
¿Cómo se financia una startup?
Como se ha explicado en el apartado anterior, uno de los “pasos” a dar para crear una startup es conseguir la financiación. Son 2 las principales vías de ingresos de una startup:
Financiar una startup por Bootstrapping
Económicamente, la empresa se crea y desarrolla con pocos recursos, los cuales provienen de “fuentes internas”, en concreto, del capital que aportan los ‘socios fundadores’.
Financiar una startup por Equity-Funding
Económicamente, la empresa se crea y desarrolla con dinero que procede de fuentes externas. Inversores que pueden llegar, en este caso, por una de estas vías:
- FFF (en inglés, Family, Friends and Fools): los inversores de la startup, en este caso, son familiares, amigos o conocidos.
- Capital semilla: los inversores van a aportar el dinero en la fase inicial de la startup (por su potencial y no por los “posibles resultados”) para ayudar a su despegue.
- Crowdfunding: la financiación de la startup se obtiene con la inversión de un grupo de personas, las cuales “dan” su dinero a través de plataformas que se crean ‘ad hoc’ para este fin.
- Business Angels: la inversión la realizan los conocidos como ‘ángeles’, que son expertos en ‘startups’ que apuestan, económicamente, por proyectos a los que, a la par, asesoran.
- Incubadoras o aceleradoras de startups: a las startups las financian, también, este tipo de empresas que se dedican a ‘impulsar’ su crecimiento con la aportación de recursos y asesoramiento.
- Venture Capital: los inversores son fondos de inversión que aportan el capital que necesita la startup y reciben, inicialmente, una participación (acorde a ella) en la empresa.
A estas se unen, como no podía ser menos, las subvenciones para startups que conceden los organismos públicos (como, por ejemplo, el CDTI o Enisa).
Últimos pasos a dar para crear una empresa
Llegados a este punto, y con el “montaje” de la startup más avanzado, se procede al registro de la startup en el censo empresarial, para lo que, primeramente, hay que elegir el tipo de empresa (siendo los más habituales: la Sociedad Limitada, o S.L., y la Sociedad Anónima, o S.A.). Se recomienda, si no se es un experto, ponerse en manos de un profesional (que ayude a decidir la opción que mejor se adapta a la startup). Además, se le tiene que poner un nombre a la startup. Escogerlo, y hacerlo bien, es tan importante como verificar si ya lo utiliza otra empresa. De ser así, se tendrá que cambiar por otro (ya que, legalmente, no es posible que dos empresas coincidan en su “denominación”).
Lo siguiente es reunir la documentación que se necesita para “montar” la startup (actas de constitución, estatutos, escrituras públicas, etc.) y presentarla en el Registro Mercantil, en el que, si todo es correcto, se entregará un número de identificación fiscal. Paralelamente, se tiene que abrir una cuenta bancaria para la startup (como, por ejemplo, las Cuentas Bienvenida para Empresas de BBVA) y, por último, registrar la empresa en la Seguridad Social y pagar los impuestos que correspondan (IVA, Impuesto de Sociedades, etc.).
¿Cuáles son las fases de una startup?
1. Fase pre-semilla (o pre-seed)
Es la primera fase de una startup. En ella, se empieza a “dar forma” a la idea de producto, o servicio, que se ha pensado, llegando a crear un producto mínimo viable (en inglés, MVP), que se ‘testa’ en el mercado (para comprobar su viabilidad).
En esta fase, además, la startup ha de “mantener” los costes al mínimo, al ser la inicial y, todavía, no haber despegado. El dinero del que se dispone procede, en la mayoría de los casos, del “bolsillo” de los fundadores o de inversiones de amigos y familiares.
2. Fase semilla (o seed)
En la segunda fase, la startup va a definir su modelo de negocio. Además, tras finalizar las comprobaciones (realizadas en la fase anterior), va a lanzar el producto al mercado, por lo que se tiene que elaborar (previamente) un plan de marketing que lo acompañe.
Llegada a este punto, la startup empieza a necesitar más dinero, que obtiene de inversores profesionales, es decir, de aceleradoras de startups, de ‘business angels’ o, incluso, de los fondos de ‘Venture Capital’.
3. Fase de edad temprana (o early stage)
En la tercera fase, y mitad del “camino” para una startup, se empiezan a “recibir” a los primeros clientes y, con ellos, el ‘feedback’ inicial sobre el producto o servicio que se les ofrece. Analizarlo, junto a los primeros datos, es la tarea que “destaca” en esta fase, de cara a “corregir” los posibles errores que haya (que permitirán la completa adaptación del producto a las necesidades del consumidor). Para ello, se requiere de la creación de un plan de estrategia y de negocio.
Se requiere de una mayor financiación en esta fase de la startup, de cara a crecer, que procederá, principalmente, de ‘business angels’ y de fondos de ‘Venture Capital’.
Fase de crecimiento (o growth)
En esta cuarta fase, la startup ha conseguido que su producto o servicio se “acepte” en el mercado y, por tanto, comenzará a desarrollar una estrategia de crecimiento que la permita, entre otras cosas, aumentar su número de clientes y, con ello, sus ingresos. Este crecimiento, eso sí, tiene que ser ‘sostenible’, es decir, no es conveniente que la startup “progrese” por encima de sus posibilidades y si de forma estable.
Para ello, en muchos casos, se opta por su expansión, o lo que es lo mismo, proceder a la apertura de la startup en otros mercados (de otras geografías). Para ello, y con la necesidad de una mayor financiación, se recurre al capital privado, destacando la participación de los fondos de ‘Venture Capital’ o, también, de los bancos (sin dejar a un lado las ayudas públicas o los propios fondos de la startup).
Fase de desinversión (o exit)
Es la última fase de una startup, a la que llega si alcanza su consolidación en el mercado. Es el momento en el que se produce, como su nombre indica, una “desinversión”, es decir, aquellos que invirtieron en ella, al inicio, salen y reclaman sus beneficios.
Llegados a este punto, hay ocasiones en las que los fundadores y “dueños” de la startup, a pesar de que no sea su objetivo inicial, optan por su venta (a una compañía más grande), se fusionan con otra compañía o llevan a cabo una OPV (Oferta de Venta Pública, la cual supone su salida a bolsa). Hay casos, aunque no es habitual, en los que se cierra la startup.
¿Qué ayudas pueden conseguir las startups?
Estas son las ayudas a las que se puede acceder al crear una startup:
- Línea ‘Emprendedoras Digitales’: se dirige, principalmente, a apoyar el emprendimiento femenino (en pequeñas y medianas empresas, sin importar la fase en la que se encuentren). Son préstamos participativos que concede el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital (de 25.000 € a 1.500.000 €) hasta el 31 de diciembre de 2023, cuya información se puede consultar aquí.
- Línea ‘Jóvenes Emprendedores’: se dirige, principalmente, a apoyar a las startups que “nacen” de jóvenes que no superan los 40 años. Son préstamos participativos que concede el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital (de 25.000 € a 75.000 €) y cuya información se puede consultar aquí.
- Línea ‘Emprendedores’: se dirige, principalmente, a las startups que, en fase inicial, emprenden el camino del crecimiento y necesitan financiación para recorrerlo. Son préstamos participativos que concede el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital (de 25.000 € a 300.000 €), cuya información se puede consultar aquí.
- Línea ‘Crecimiento’: se dirige, principalmente, a startups que crecen, o quieren hacerlo, y lo hacen con el objetivo de mejorar su competitividad (con el aumento, por ejemplo, de su gama de productos y/o servicios) o de expandirse. Son préstamos participativos que concede el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital (de 25.000 € a 1.500.000 €), cuya información se puede consultar aquí.
- Línea ‘Agroinnpulso’: dirigida, principalmente, a financiar a las empresas (con base tecnológica) del sector agroalimentario y del medio rural que tratan de impulsar su transformación digital. Son préstamos participativos que concede el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital (de 25.000 € a 1.500.000 €), cuya información se puede consultar aquí.
Además, se dispone del Fond-ICO Next Tech, que conceden el ICO (o Instituto de Crédito oficial) y Axis, en colaboración con la Secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, y que se recoge en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Su objetivo es ayudar en el desarrollo de proyectos digitales de carácter innovador (y con un alto impacto) y ‘tender la mano’ a las ‘scale-ups’ (en su crecimiento). Ya se puede acceder a él (hasta el 31 de diciembre de 2025), consultando, previamente, la información en este enlace.
Otra ayuda para las startups son las líneas ICO empresas y emprendedores (en especial, para las startups y las scale–ups) que provienen del Instituto de Crédito Oficial y que se conceden a las empresas, en concreto, para la financiación de sus proyectos de inversión, actividades empresariales y/o las posibles necesidades de liquidez o de gastos. No las otorga el ICO, directamente, sino que se obtienen a través de los intermediarios que trabajan con él (entidades financieras, habitualmente). Son préstamos, líneas de crédito, leasing o renting, con un tipo de interés fijo o variable, a lo que se suma el margen que establezca la entidad (en base al plazo de amortización). Se puede consultar la información en este enlace.
Por último, se encuentra el Programa INNVIERTE, promovido por el CDTI (entidad que es independiente del Ministerio de Ciencia e Innovación). Estas ayudas, a las startups, son propias o, también, el CDTI facilita el acceso a otras subvenciones como, por ejemplo, el Programa Marco de I+D de la Unión Europea). Todo, con un objetivo: promover la innovación y el desarrollo tecnológico de las empresas (en cualquiera de sus fases) y darlas, además, el soporte que necesiten (a nivel tecnológico), entre otras cosas. Se puede consultar la información en este enlace.
¿Qué es el ‘Activa Startups’?
Activa Startups es un programa de ayudas que, impulsado por Ministerio de Industria, Comercio y Turismo (con la colaboración, en la gestión, de la Fundación de la Escuela de Organización Industrial), trata de potenciar la innovación y el crecimiento de nuevas ‘startups’ mediante su digitalización y la creación de entorno colaborativos. En concreto, esta subvención se destinará a sufragar los costes que genere el proceso de innovación. Ya se puede acceder a él (hasta el 31 de diciembre de 2025), y su importe máximo es de 40.000 €. Se puede consultar la información en este enlace.
¿En qué consiste la Ley de Startups?
A finales del 2022 se aprobó, por parte del Gobierno, la Ley de Startups (o Ley de Fomento del Ecosistema de las Empresas Emergentes), en la que se incluyen, entre otros aspectos:
Identificación de una startup
En la Ley de Startups se explica lo qué es una startup: empresa que no supere los 5 años de antigüedad (7 años si pertenece al sector energético, industrial biotecnológico u otro de los sectores que se consideran “estratégicos” en España) y con sede (o domicilio) social en España, cuyo modelo sea escalable y que, además, no pertenezca a otra empresa, no cotice en bolsa, no distribuya (ni lo haya hecho) dividendos y tenga un volumen de negocio que no supere los 5 millones de euros.
Fiscalidad adaptada a este tipo de empresa
La Ley de Startups, además, establece una serie de medidas fiscales, ajustadas a las startups, que se “traducen”, por ejemplo, en una reducción impositiva (del 25% al 15%) durante un máximo de 4 años (desde el primer periodo en el que la base imponible sea positiva) o en una mayor agilidad en los trámites, a lo que ayuda la creación de la Oficina del Emprendimiento (una ventanilla que es única para los emprendedores y en la que se les informa y se les resuelven todas las dudas).
Atracción de inversión
Contar con una mayor inversión en startups es fundamental y es por eso que la Ley de las Startups se centra en estimular la apuesta por ellas, por ejemplo, agilizando los trámites (solo se necesita el NIF y no el NIE) y digitalizándolos, aumentando la deducción del IRPF (al 50%, desde el 30%, y con una base máxima de 100.000 €/año, en lugar de 60.000 €/año) o dando un ‘tratamiento favorable’ al ‘carried interest’ (que es el rendimiento obtenido por las sociedades de inversión ante el éxito de su gestión).