Cuando se es propietario de una empresa, ya sea de una pyme o de un gran negocio, uno de los principales quebraderos de cabeza, si no el mayor, es la falta de liquidez. Es decir, no tener el capital suficiente para hacer frente a todas las deudas contraídas y a los pagos obligatorios. Si eres autónomo y trabajas por cuenta propia en tu domicilio, te preocupará no poder pagar los gastos necesarios para trabajar, como la luz o los materiales que necesites para poder ofrecer tus servicios. Pero, si además tienes empleados a tu cargo, entrará en juego otro pago que aumentará la preocupación: los salarios. Para no entrar en pánico, entiende el concepto de fondo de maniobra y aprende a calcularlo para mantener el nivel de liquidez que necesite tu negocio.
El fondo de maniobra, como su nombre indica, es la capacidad que tiene una empresa para poder cumplir con sus pagos y obligaciones a corto plazo y, al mismo tiempo, realizar las inversiones o compras propias de cualquier actividad empresarial. Es, por tanto, un concepto fundamental a la hora de determinar la salud financiera de un negocio. En este artículo te contamos cómo se calcula el fondo de maniobra y cómo se puede mejorar, en caso de dar negativo, para que puedas anticiparte a la falta de liquidez e, incluso, a la quiebra de tu empresa.
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¿Cómo se calcula el fondo de maniobra?
La operación matemática para calcular el fondo de maniobra de una empresa es bastante sencilla: activo corriente menos pasivo corriente.
Ahora bien, ¿qué son cada uno de estos conceptos?
- Activo corriente: también conocido como líquido o circulante, pues se trata del activo de una empresa que puede convertirse en dinero en un plazo inferior a 12 meses (corto plazo). Pueden ser considerados como activos corrientes las inversiones financieras del negocio, el dinero depositado en alguna cuenta bancaria o las existencias en stock del producto o productos que comercializan.
- Pasivo corriente: son las obligaciones a corto plazo que tiene la empresa. Es decir, las deudas y obligaciones contraídas que hay que amortizar en menos de 12 meses, motivo por el cual también es posible encontrar para este concepto el nombre de “exigible a corto plazo”.
Una vez que se tiene claro en qué consiste cada concepto, calcular el fondo de maniobra no es una operación complicada:
Fondo de maniobra = activo corriente - pasivo corriente.
De este modo, si una empresa ingresa 50.000 € en activos corrientes y tiene que hacer frente al pago de 20.000 € en concepto de pasivo corriente, su fondo de maniobra sería de 30.000 €.
El valor óptimo de un fondo de maniobra
La tendencia natural cuando se habla del fondo de maniobra es pensar que cuanto más grande sea este, mejor para la empresa. Sin embargo, esta afirmación no es siempre cierta, ya que puede poner en peligro la rentabilidad del negocio, especialmente de aquellos con menor volumen de facturación. Esto se explica con el hecho de que poseer un amplio fondo de maniobra implica invertir más cantidad de dinero en activos de poca o nula rentabilidad como la tesorería.
Por supuesto es necesario, o recomendable en el caso de grandes empresas, contar un fondo de maniobra positivo, pues este funcionará como amortiguador financiero y evitará situaciones de tensión financiera. Ahora bien, es imposible hablar del valor óptimo que debe tener un fondo de maniobra como si se tratara de un número fijo y universal.
Cada empresa es un mundo y, desde luego, no necesitará el mismo margen de maniobra un negocio que venda productos al contado, como puede ser una frutería de barrio, que una empresa dedicada a la investigación de enfermedades raras con 1000 empleados a los que pagar un sueldo mensual. Por lo tanto, más que de un valor concreto, lo correcto es hablar de una serie de parámetros que hay que considerar para calcular el fondo de maniobra.
Las circunstancias que hay que sopesar dentro de las singularidades de cada empresa son:
- El sector en el que opera la empresa.
- Su ciclo de explotación: el tiempo que transcurre desde que adquiere la materia hasta que la vende, ya transformada, e ingresa el dinero procedente de su venta.
- Su dimensión económica.
- Los plazos medios de cobro y pago.
- La rotación del activo circulante.
Solo siendo plenamente consciente del lugar que ocupa nuestra empresa dentro del mercado, así como de sus necesidades y capacidades concretas, podrás determinar cuál es el fondo de maniobra justo en el que estar cómodo. De este modo podrás afrontar todos los pagos a corto plazo sin estar reservando dinero de más. Esta información, además, también será útil para otras cosas: anticiparnos a imprevistos que podrían desequilibrar nuestras cuentas o pedir financiación externa antes de que la empresa se encuentre en una verdadera situación económica de no retorno.
¿Cómo se puede mejorar la mala situación financiera derivada de un fondo de maniobra negativo?
Si al calcular el fondo de maniobra disponible, este da negativo y eso peligra la estabilidad financiera de nuestra empresa, tranquilidad ante todo. Existe una serie de medidas que se pueden adoptar para revertir la situación antes de darnos por vencidos y cerrar el negocio.
- Vender los activos corrientes: esto es, convertir en dinero todos aquellos elementos destinados a permanecer en la empresa un corto periodo de tiempo. Se puede vender todo el stock de productos, cobrar la totalidad de deudas que terceros hayan contraído con la empresa, rescatar los fondos de algunos productos financieros contratados previamente, etc.
- Pagar las deudas a corto plazo con los beneficios generados en ese periodo de tiempo: esta opción no siempre es posible, ya que a menudo los beneficios son menores a los previstos o, a veces, no generan cash flow (flujo de caja) con el que poder pagar las deudas.
- Que los propietarios de la empresa realicen unas aportaciones adicionales que permitan crear el fondo de garantía, necesario para hacer frente a las deudas.
- Refinanciar las deudas a corto plazo: contraer una nueva deuda, ya sea con una entidad bancaria o con un acreedor que quiera invertir en el negocio, que permita pagar la obligación a corto plazo con el dinero derivado del endeudamiento.
- Desprenderse de activos no corrientes: es decir, de aquellos destinados a permanecer en la empresa un largo periodo de tiempo. La parte más negativa de esta solución es que suele traducirse en despidos de personal.
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