Puede que, por el encarecimiento de sus cuotas, uno se llegue a preguntar si es posible cambiar la hipoteca de variable a fija (para paliar, aunque sea un poco, ese ascenso que ha originado la subida del euríbor y, por ende, la de los tipos de interés). Si es tu caso, y crees que ha llegado el momento de hacerlo, en este artículo te explicamos los requisitos y las condiciones que son necesarias para ello.
Pero antes, vamos a responder a una pregunta que, hoy en día, es más habitual: ¿en qué consiste este cambio de hipoteca variable a fija?
Cambiar la hipoteca de variable a fija, ¿qué es?
Hacer el cambio de una hipoteca variable a fija va a suponer, principalmente, un cambio en su tipo de interés. Esto significa que se va a pasar de una cuota que sube o baja (dependiendo de la evolución del euríbor) a una que no varía (es decir, es fija), ya que el interés va a ser el mismo durante toda la vida del préstamo.
Cambiar la hipoteca de variable a fija, ¿cuáles son sus ventajas y desventajas?
Una de las ventajas que tiene cambiar de hipoteca variable a fija es poder tener la seguridad de que siempre se sabrá el precio de la cuota a pagar (ya que será la misma durante todo el plazo de amortización). Aunque esta cuantía podría variar si se tiene una bonificación o si esta se pierde.
Además, las hipotecas fijas facilitan negociar las condiciones con el banco al no tener que revisar las cuotas cada seis o doce meses como ocurre con las variables.
Pero no todo son ventajas. Cambiar de hipoteca variable a fija también tiene una serie de desventajas como puede ser, por ejemplo, que si el euríbor desciende y se mantiene bajo, se pagará más a la larga que si se sigue con un interés variable. También hay que considerar que esta operación de cambio tiene un coste, no habrá que pagar demasiado pero sí afrontar algunos gastos.
¿Cuándo cambiar de hipoteca variable a fija?
¿Cómo cambiar de hipoteca variable a fija?
Existen 3 maneras de cambiar de una hipoteca variable a una fija:
Cambiar de hipoteca variable a fija: mediante una novación
En la novación, el banco y el propietario llegan a un acuerdo para modificar el tipo de interés de la hipoteca que, en este caso, supondría el cambio de una hipoteca variable a una fija (sin necesidad de cambiar de entidad).
Cambiar de hipoteca variable a fija: mediante una subrogación
Consiste en cambiar el préstamo hipotecario a otro banco, de forma que se modifiquen las condiciones (por ejemplo, la amortización o el tipo de interés).
Cambiar de hipoteca variable a fija: cancelación y contratación de una hipoteca nueva
Se basa, principalmente, en buscar un nuevo banco con el que contratar un préstamo hipotecario y cancelar el antiguo.
¿Cuáles son los requisitos para cambiar la hipoteca de variable a fija?
Para cambiar de una hipoteca de variable a fija se deben cumplir ciertos requisitos, los cuales varían según se elija una forma u otra de hacerlo:
- Si se va a cambiar de hipoteca variable a una fija por novación: para que el cliente pueda renegociar las condiciones, tal y como se indica en la Ley 5/2019, de 15 de marzo, se tendrá que estar al corriente de todos los pagos, haber amortizado tres años de la hipoteca (como mínimo) y que esta sea sobre una primera vivienda o vivienda habitual.
- Si se va a cambiar de una hipoteca variable a una fija por subrogación: los requisitos son los habituales a la hora de pedir una hipoteca. Pero hay que tener en cuenta que la nueva entidad querrá que se justifiquen unos ingresos fijos, estables y recurrentes, haber cumplido con el pago de la cuota, no estar en ningún listado de morosidad y aportar toda la documentación que se solicite.
¿Qué gastos puede haber al cambiar la hipoteca de variable a fija?
Los gastos por cambiar de una hipoteca variable a fija dependen de la vía que se escoja para realizar ese cambio:
- Por novación: el cliente tan solo debe pagar la tasación de la vivienda y la comisión por novación.
- Por subrogación: el cliente abona, en este caso, el gasto relativo a la tasación de la vivienda y la comisión por subrogación hipotecaria.
- Por cancelación y contratación de una hipoteca nueva: esta sería la opción más cara, ya que se deberán pagar los gastos de la liquidación de la hipoteca actual, tramitar la cancelación registral y abonar los costes de la nueva hipoteca (tasación y copia de la escritura hipotecaria).