Aportación mínima y máxima
Como ocurre con la mayoría de los fondos de inversión, los planes de pensiones se caracterizan por ser bastante flexibles en cuanto a las aportaciones que exigen. Por lo general, no existe una aportación mínima establecida, aunque sí que es posible que algunas entidades o fondos concretos requieran una aportación mínima inicial.
En cambio, la aportación máxima sí que se ha fijado por ley y es de 1.500 euros anuales. Además, es posible realizar una aportación adicional de hasta 1.000 euros anuales al plan de pensiones del cónyuge si éste no tiene rendimientos del trabajo o actividades económicas que superen los 8.000 euros anuales.
Las personas con una minusvalía física igual o superior al 65 % o con una minusvalía psíquica igual o superior al 33 % también pueden superar este límite. En este caso, su aportación máxima puede ser de hasta 24.250 euros, y las aportaciones realizadas a su fondo por terceros pueden alcanzar los 10.000 euros anuales. Para ello, cabe reseñar que deberán estar adscritos al régimen especial para partícipes con discapacidad.
Por tanto, los inversores cuentan con bastante libertad a la hora de decidir la cantidad que desean aportar a su plan. Entonces, ¿cuánto ahorrar para la jubilación? Los expertos recomiendan ahorrar de forma constante entre el 7% y el 10% de los ingresos mensuales.
Aportación anual periódica o única
La flexibilidad que existe en cuanto a la cantidad que se puede aportar también es aplicable a la forma en la que se realiza esa aportación. Los partícipes de los planes de pensiones pueden decidir si quieren concentrar su aportación en un único pago o si quieren distribuirla a lo largo del año. Es más, su método de inversión no tiene por qué ser constante y ni siquiera están obligados a hacer aportaciones todos los años.
Los estudios demuestran que los ahorradores suelen dejar sus aportaciones para final de año, cuando se dan cuenta de que se les acaba el tiempo y quieren aprovechar las ventajas fiscales de su fondo. Sin embargo, la mayoría de los expertos recomiendan optar por aportaciones periódicas, idealmente mensuales, como una partida más del presupuesto. El motivo de esta recomendación es que las aportaciones periódicas garantizan una mayor diversificación de la inversión y, por tanto, permiten amortiguar la volatilidad de los mercados. ya que una única inversión en un mal momento puede causar mayores pérdidas. Además, esta forma de proceder favorece que el usuario se acostumbre a ahorrar, convirtiendo sus aportaciones en un hábito arraigado.
Ventajas fiscales de la aportación anual
Las aportaciones a un plan de pensiones suponen un ahorro fiscal en la declaración de IRPF. Los titulares de un plan de pensiones pueden desgravar sus aportaciones con un límite, que será el menor de las siguientes cantidades:
- 1.500 euros.
- El 30 % de la suma de los rendimientos netos del trabajo y de actividades económicas percibidos individualmente en el ejercicio.
No obstante, dependiendo de cómo se rescaten los fondos, esta deducción puede suponer simplemente un aplazamiento del pago de estos impuestos. Si el cobro se realiza en forma de capital, es decir, en un único pago, el aumento de los ingresos de ese año puede implicar un aumento considerable del tipo marginal y, por tanto, de la factura fiscal. Si, por el contrario, se cobra en forma de renta, el aumento de los ingresos anuales no es tan acusado y el ahorrador puede mantenerse en el mismo tramo de retención o en uno más próximo. Por ejemplo, si una persona con unos ingresos anuales de 21.000 euros ha acumulado 120.000 euros en su fondo de pensiones, su rescate en forma de capital la colocaría en el tramo superior de retención del IRPF, que es de un 45 %. Una renta mensual de 1.000 euros supondría un total de 33.000 euros a final de año, cantidad que se mantiene en el mismo nivel de IRPF que el de sus ingresos anuales.